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Read Ebook: En el fondo del abismo: La justicia infalible by Ohnet Georges

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Ebook has 2301 lines and 90487 words, and 47 pages

En seguida se volvi? ? sentar y un silencio profundo se produjo, como si todos los concurrentes sospechasen que Cristi?n ten?a revelaciones importantes que hacer.

--No ignor?is, dijo entonces Tragomer, que part? hace dos a?os para un viaje al rededor del mundo que me ha tenido alejado de Par?s y de mis amigos hasta el oto?o ?ltimo. Durante esos veinticuatro meses he recorrido numerosos y variados pa?ses y paseado por ellos mi aburrimiento y mi tristeza. Ten?a serias razones para dejar la Francia. Una gran pena hab?a alterado mi vida. Un suceso misterioso, todav?a inexplicable para m?, hab?a producido la prisi?n, el procesamiento y la condena de mi compa?ero de la juventud, de Jacobo de Freneuse...

--?S?! nos acordamos de aquel deplorable asunto, dijo Chambol, y aun creo que Marenval era algo pariente ? aliado de la familia de Freneuse y que este pobre amigo estuvo muy afectado por el esc?ndalo horrible que produjo el proceso.

--No es divertido, ciertamente, dijo Marieta de

Fontenoy, para un hombre como Marenval, que es la correcci?n y la elegancia mismas, el ver ? uno de sus parientes en el banquillo de los acusados.

Marenval dirigi? ? la hermosa muchacha una sonrisa de agradecimiento y, tomando una actitud solemne, declar?:

--Aquello me pod?a hacer un da?o inmenso ante el mundo, en el que acababa de entrar y al que hab?a conquistado, me atrevo ? decirlo, por el lujo de mi casa, por la esplendidez de mis fiestas y por mis escogidas relaciones. No hac?a falta m?s para hundirme por completo. Yo era ya un industrial enriquecido en los art?culos alimenticios, variedad social dif?cil de imponer en los c?rculos y de implantar en la buena sociedad, y ten?a que pasar de repente ? la situaci?n de pariente de un condenado ? muerte... ?La cosa no era halag?e?a!

--?Te dejar?as azotar por tutear ? un duque!

--Tienes raz?n, Marenval; debemos fijar siempre nuestra vista en las alturas.

--?Y buscar ? los que nos desprecian!

--En todo caso, corr? gran riesgo de ser despreciado ? causa de ese maldito asunto! replic? Marenval con aire ofendido. As?, pod?is creer que la cosa me hizo brotar canas...

--?D?nde las tienes?

--?Te las ti?es?

--?Para no exponerlas ? enrojecer!

--Pero, eso s?, cumpl? mi deber con la familia de Freneuse, pues me puse ? la disposici?n de la madre del desgraciado y culpable Jacobo.

--?Culpable? interrumpi? bruscamente Tragomer. ?Est? usted seguro?

? esta pregunta, tan directamente formulada, se produjo un efecto de estupor.

--He participado, por desgracia, de la convicci?n de los magistrados, del jurado y de la opini?n p?blica, dijo Marenval, pues, en realidad, era imposible dudar. El mismo acusado, en medio de sus protestas, de su exasperaci?n, no encontr? ni un argumento, ni un hecho que citar en su defensa. Ni una declaraci?n le fu? favorable, y en cambio hubo en contra suya veinte de las m?s abrumadoras. ?Oh! Se puede decir que todo contribuy? ? perderle, su misma imprudencia, su conducta anterior, todo, en fin. Me duele en el alma hablar as?, pero me obliga ? ello el convencimiento. No creo, no puedo creer en la inocencia de ese desgraciado, ? menos de ser un insensato. Es imposible dudar que mat? ? su querida, la encantadora Lea Peralli.

--?Para robarla? a?adi? ir?nicamente Tragomer.

--?l mismo hab?a empe?ado, el d?a anterior, en el Monte de Piedad, todas las alhajas de la v?ctima.

--Entonces, ?por qu? matarla, pues que ella misma le hab?a dado todo cuanto ten?a?

--Las papeletas val?an, lo menos veinte mil francos... Jacobo deb?a una suma igual ? la caja del c?rculo. La deuda fu? pagada en el momento preciso, las papeletas fueron presentadas el mismo d?a y las alhajas desempe?adas... Lea Peralli viv?a a?n en ese momento; muri? aquella misma noche... ?Ah! Ese maldito asunto est? muy presento en mi esp?ritu.

--S?, todo lo que acaba usted de contar es exacto, repuso Tragomer; el pobre Jacobo desempe?? las joyas, pero neg? siempre haber vendido las papeletas. Pretend?a que el verdadero asesino las hab?a robado y desempe?ado las alhajas antes de que el crimen fuese conocido. Pues bien, si Jacobo no hubiera cometido el crimen por el cual fu? condenado, ?qu? dir?ais?

Esta vez el bello Cristi?n no pudo dudar de que se hab?a apoderado de su auditorio. Todos se callaron y sus ojos fijos en ?l con apasionado ardor, sus actitudes violentadas por una intensa curiosidad, indicaban el inter?s que hab?a sabido excitar en todos los esp?ritus.

--?Y entonces? pregunt?, por fin, Marieta.

--Entonces, dijo lentamente Tragomer, creo que se ha cometido en este asunto un error judicial y que nuestro amigo Maugir?n hablaba hace un momento con mucha raz?n.

--Yo he conocido mucho ? Lea Peralli, dijo Lorenza Margillier. Era una muchacha muy agradable y que cantaba deliciosamente.

Los dem?s perdieron la paciencia y, no pudiendo contentarse con tan poco, exclamaron:

--?La historia! ?La historia! ?En esto hay una historia!

--S?, por cierto, respondi? tranquilamente Tragomer; pero no esper?is que os la cuente.

--?Por qu? no?

--Porque s? que tengo que hab?rmelas con las diez lenguas mejor cortadas de Par?s, y no quiero que mi secreto...

--?Hay un secreto?

--Que mi secreto corra ma?ana por las calles, por los salones y por los peri?dicos.

--?Oh!

Aquello fu? un grito de reprobacci?n general y el mismo Maugir?n abandon? el partido de Cristi?n y se pas? al enemigo, gritando m?s fuerte que todos.

--?Abajo Tragomer! ?Fuera Tragomer!

Pero el noble bret?n les miraba con sus hermosos y tranquilos ojos, y escuchaba impasible sus maldiciones, el codo sobre la mesa y la barba apoyada en la mano. Dej? que se exhalase el descontento general y dijo con voz sosegada:

--Si el se?or Marenval quiere escucharme, voy ? contarle lo que s?.

--?Y por qu? ? ?l y no ? nosotros?

--Porque ?l est? unido ? la familia de Freneuse y porque, como ?l dec?a hace un instante, esos sucesos le han hecho sufrir grandemente. Es, pues, equitativo darle hoy ocasi?n de sacar alg?n provecho...

--?Y c?mo?

--Eso es lo que me propongo explicarle dentro de un momento...

--?Muy bien! ?Nos pone en la puerta, por a?adidura!

--Maugir?n, te perdono; has encontrado la horma de tu zapato. Tragomer es todav?a m?s fastidioso que t?.

--?Como! ?No dej?is quedarse ni ? Chambol, el indispensable Chambol?

--?Veis, amigos? Nos esforzamos por ser buenos y no se nos hace quedar...

--?No! Marenval; excusas insistir para que nos quedemos...

--?Es in?til que nos supliques; somos inflexibles Nos vamos, Marenval, nos vamos.

--Entonces, no hag?is el tonto, dijo Marenval con solemnidad. Las circunstancias, como veis, son graves. Dejadme amablemente con Tragomer. Y en recompensa...

--?Ah! ?ah! Un regalo! exclamaron las damas.

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