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Read Ebook: Viajes de un Colombiano en Europa primera serie by Samper Jos Mar A

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Ebook has 810 lines and 185727 words, and 17 pages

VIAJES DE UN COLOMBIANO EN EUROPA.

PRIMERA SERIE.

INDICE.

AL SE?OR DON MANUEL AMUN?TEGUI, DIRECTOR DE <> DE LIMA

ADVERTENCIA

DOS PALABRAS AL LECTOR

PRIMERA PARTE.

SEGUNDA PARTE.

ALGO DE INGLATERRA Y FRANCIA.

TERCERA PARTE.

DE PAR?S A MADRID.

--Industria y comercio.--Grupos sociales.--Mendicidad.

CUARTA PARTE.

LA NUEVA CASTILLA.

QUINTA PARTE.

LAS ANDALUCIAS.

SEXTA PARTE.

DE MADRID A PARIS.

AL SE?OR

DON MANUEL AMUNATEGUI

DIRECTOR DE <> DE LIMA.

Este escrito, como la mayor parte de los que han salido de mi pluma en Europa, desde abril de 1858, debe su primera aparici?n ? los est?mulos generosos, ? la ilustrada y desinteresada protecci?n que le han dado, como propietarios y redactores de <> Usted y nuestro noble y malogrado amigo DON ALEJANDRO VILLOTA. Es <> el que primero ha dado ? luz las paginas incorrectas y frecuentemente improvisadas de este libro. Por lo mismo, ? nadie mejor que ? los perseverantes directores de ese diario--que defiende la libertad y difunde la semilla de la civilizaci?n en el suelo hispano-colombiano--les corresponde el modesto homenaje de esta obra. Ac?ptelo Usted, mi fino y respetable amigo, en su nombre y en el de nuestro lamentado amigo VILLOTA, como un testimonio de alta consideracion y gratitud profunda. Cada cual da de lo que tiene: hombre de corazon y escritor, lo mejor que puedo ofrecer ? Usted es mi cordial afecto y el humilde fruto de algunas de mis labores.

JOS? M. SAMPER. Par?s, Febrero 7 de 1862.

ADVERTENCIA.

La narraci?n de mis Viajes comprender? cuatro series, contenidas en cuatro vol?menes.

La primera, que publico ahora, se refiere ? la region del rio Magdalena, en los Estados Unidos de Colombia , mi punto de partida,--? la traves?a del Atl?ntico, una parte de Inglaterra, muchos departamentos de Francia, y sobre todo Espa?a.

La segunda, que va ? entrar en prensa, comprender? la descripci?n de Suiza, la Alemania del Rin, B?lgica y varios departamentos de Francia.

La tercera abrazar? las narraciones relativas ? otra parte de Francia , y ? Wurtemberg, Baviera, Austria, Hungr?a, Bohemia, Sajonia, Prusia, Hamburgo, Hanover, Hese-Gasel y Holanda.

La cuarta comprender? la Gran Breta?a, Italia, y un estudio social comparativo de Paris y L?ndres y de la civilizacion europea.

Cada vol?men ir? provisto, como el presente, de un sencillo mapa indicativo de los itinerarios.

Si, por alg?n inconveniente insuperable, no alcanzare ? terminar mi publicaci?n en Par?s, la terminar? precisamente en Bogot?, en 1863.

No debe olvidarse que el texto de este vol?men ha sido escrito y publicado en 1859-60, y que por tanto es ? esa ?poca que se refieren todas las observaciones estad?sticas, y otras de car?cter mas ? menos transitorio.

EL AUTOR.

VIAJES DE UN COLOMBIANO EN EUROPA.

DOS PALABRAS AL LECTOR.

No s? el grado de estimacion que puedan merecer de parte de muchos lectores las reflexiones de un viajero que, desconocido fuera de su patria, emprende su peregrinacion desde el corazon de las selvas colombianas hasta el centro de estas viejas sociedades europeas, repletas de recuerdos, grandiosos monumentos y amargos desenga?os.

Amante de contrastes y siempre solicitando la verdad, he dejado mi dulce patria de libertad y de esperanzas,--la tierra de las monta?as colosales, de los valles espl?ndidos, de las cataratas, las selvas, los espumantes rios, las altas cimas coronadas de nieve, los perfumes, los ecos misteriosos, las soledades, los tesoros de luz y de armon?a y la pompa inagotable de esa naturaleza que resume en su seno toda la poes?a y todas las maravillas de la creaci?n! Todo eso se queda atras: todo eso es Colombia, escondida bajo el manto de conchas y coral, de luz y de misterio que le extienden el Atl?ntico y el Pac?fico....

?Y por qu? dejar tan lejos todo ese mundo que se adora? Es que el dem?crata de Colombia necesita nutrir su esp?ritu con la luz de la vieja civilizaci?n y fortalecer su corazon republicano con las severas ense?anzas de una sociedad ulcerada profundamente por la opresion y el privilegio. Es que la verdad no se adquiere completa sino por comparaci?n, y el esp?ritu debe abrazar la vida de los dos continentes que trabajan de distinto modo en la obra de la civilizacion.

Es preciso asistir ? este torbellino que conmueve al mundo europeo, en busca de la luz, de la ciencia, del refinamiento del arte, de las maravillas de la industria, y de todo este conjunto de esfuerzos admirables que constituye la obra del progreso.--Es preciso contemplar el espect?culo de esta sociedad en recomposicion, que bulle, que se agita y se preocupa, empe?ada por resolver el problema del bienestar, luchando entre las tradiciones del absolutismo y las aspiraciones h?cia la libertad.

El contraste es grandioso y merece un estudio bien esmerado. En Colombia, las sencillas escenas de la democracia, el misterio solemne, la soledad y el espect?culo sublime de la naturaleza en todo el esplendor de su pompa y su grandeza. En Europa, las intrigas de las aristocracias, la luz de la ciencia, la poblaci?n exuberante, y el arte levantado hasta las mas prodigiosas proporciones. Si Colombia es la tierra del porvenir, de la esperanza y de la idea; Europa es el mundo de lo pasado, de los recuerdos y de los hechos. Comparar esos dos mundos, analizando el organismo y la fisonom?a de la civilizacion en cada uno de ellos, tal es la tarea del viajero.

Por mal que desempe?e mi parte de labor ?no he de esperar, pues, que algunos de los lectores del Nuevo Mundo se asocien ? la investigacion que uno de sus hermanos viene ? hacer sobre el terreno de donde parti?, con los horrores de la conquista, la civilizaci?n semi-feudal que se nos infiltr?? Feliz el viajero que, animado del mas profundo sentimiento de amor h?cia su familia predilecta de las regiones de Colombia, pudiera encontrar en su peregrinacion tesoros de verdad que ofrecer ? sus hermanos!

Asistir dia por dia, hora por hora, ? este flujo y reflujo de las instituciones y de las costumbres, de la literatura, de la ciencia y de la industria, que se revela en admirables monumentos, en suntuosos museos y ricas bibliotecas, en los ferrocarriles y tel?grafos, en las f?bricas de enorme ? de ingeniosa produccion, en las academias y universidades, en las exposiciones y los congresos internacionales, en las imprentas y los gabinetes art?sticos, en las escuelas populares, en los institutos de beneficencia y de penalidad, en la administraci?n de la justicia bajo diferentes formas, en los puertos, los diques y canales, en los teatros de todo g?nero, en los lugares p?blicos destinados al servicio de la ciencia y del buen gusto, en los Bancos, las Bolsas y las asociaciones, y en todo lo que puede representar un progreso, una tradici?n, una organizacion social ? un hecho caracter?stico; asistir ? este movimiento, repito, es contemplar de bulto la obra de la civilizacion, es alimentar simult?neamente los sentidos y el alma. Ensayar?, pues, haciendo un esfuerzo por llenar esa tarea que ser? la historia de mi peregrinacion.

PRIMERA PARTE.

LA PRIMERA AUSENCIA.

Adi?s al suelo natal.--La ciudad de Honda.--La gran vegetacion.--El puerto de <>.--Una escena nocturna.--El vapor <>.--Nare y <>.

Dejar la tierra natal ?este solo hecho entra?a un drama entero para el coraz?n! Qu? momento tan solemne aquel, de recogimiento para el alma del viajero, de esperanza profunda y de temor supremo!

Honda tiene una poblaci?n de 5,000 almas, y es el gran puerto de escala del comercio interior de la Rep?blica. Si en la ?poca de la colonia fu? la v?a del comercio europeo respecto del Ecuador y el Per?, la independencia de Colombia, el tr?nsito por el Istmo de Panam? y un espantoso terremoto que la redujo ? escombros en junio de 1805, le hicieron perder su primitiva importancia comercial. Hoy no es mas que una plaza de tr?nsito, que empieza ? resucitar en medio de los escombros, gracias ? la agricultura interior y ? las grandes ventajas que le ofrece la navegacion del Magdalena.

Tal es la regi?n que yo deb?a atravesar, siguiendo la corriente del Magdalena, al darle mi adi?s ? la tierra natal.

Por todas partes lujo y exuberancia de vegetacion, riqueza de contrastes y variedad de formas y colores en la naturaleza; pero ausencia absoluta de poblacion y de cultivo. Si todav?a se notan inflexiones en el terreno, es porque no han terminado a?n las ramificaciones que las dos cordilleras principales de los Andes--oriental y central--arrojan sobre el Magdalena en diferentes direcciones. Despu?s las serran?as desaparecen, las selvas forman horizonte, y el ojo del viajero, fatigado y triste, no ve mas que el desierto interminable.

Sobre la alta barranca, tapizada de grama verde y suave, en toda su extension, grupos de chozas r?sticas de habitacion de bogas y pobres agricultores del desierto; en el centro el inmenso edificio de la Bodega, de techumbre pajiza y de un solo piso, y detras y en medio de las casas un bosque admirable, en cuyo fondo de un verde de diversas tintas contrastaban la hermosa melena del cocotero sobre el esbelto m?stil, las palmas ensortijadas de las guaduas colosales, el redondo follaje del mango y el mamey, y la corpulenta ramazon del cedro y el caracol?, esos soberanos suntuosos de los desiertos selv?ticos de Colombia.

Aunque el espect?culo no me era desconocido, no pude resistir ? la tentacion de contemplarlo de cerca. As?, salt? de mi hamaca, convid? ? dos amigos y me fui ? tierra, tomando la direccion que nos indicaban el canto mismo y una luz rojiza que brillaba entre las sombras espesas de la selva. La playa estaba desierta y ni un solo boga dorm?a sobre las toldas de los champanes amarrados ? una ancla de hierro y algunos gruesos troncos. Despues de andar por un trayecto de doscientos metros, por enmedio de las arboledas, descubrimos un espect?culo en extremo interesante.

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