Read Ebook: Viajes de un Colombiano en Europa segunda serie by Samper Jos Mar A
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Ebook has 568 lines and 141640 words, and 12 pages
--Diantre! hasta la m?quina bebe, mi?ntras que yo estoy ? seco!
--Ella bebe ? la salud de la compa??a, dijo un chusco, aludiendo ? los viajeros del tren.
Y cada cual agregaba una tosca chanzoneta ? un retru?cano del mas r?stico ingenio. ? este prop?sito me permitir? una digresion respecto del tipo social en escena.
El paisano frances tiene cualidades muy caracter?sticas que le hacen digno de atencion. Mas tarde tuve ocasion de observarlo as? en varias excursiones hechas ? los departamentos del centro y del oeste, y en las escenas semi-campestres de las cercan?as de Paris. Curioso y desconfiado por igual, todo le llama la atencion, pero lo observa todo con cautela y recelo. Detesta ? teme la guerra, pero se encanta con las escenas militares, por lo que tienen de pintoresco y sorprendente, porque en el fondo de su car?cter esencialmente conservador, re?cio al progreso y apegado ? las tradiciones, hay cierta veleidad de noveler?a que le tienta ? inquirir en las poblaciones todo lo que tiene el sello de lo desconocido, ? que es superior ? los alcances, los h?bitos y las nociones que implica la vida campestre.
Cuando se le hace una proposicion, por halag?e?a que sea, vacila un momento, guarda silencio con aire cazurro, se rasca una oreja y acaba por decir: <
--<
Ello es que la lentitud de esp?ritu del paisano frances tiene su compensacion en la malicia calculadora, la desconfianza, casi mas intencional que instintiva, y el conocimiento pr?ctico de sus intereses individuales. No hay tipo mas personal, mas individualista que el paisano frances. ?l no comprende los hechos ni los intereses colectivos, sino los que afectan ?ntimamente ? su hogar. Si el trabajo, el h?bito de los negocios y las relaciones de vecindad le permiten penetrar la situacion econ?mica ? dom?stica del vecino, se guarda bien de darle consejos, ? de justificar, con la ingerencia en las cosas ajenas, la de cualquier otro en las suyas propias.
En esto los h?bitos del paisano son diametralmente opuestos ? los del obrero de las ciudades, en quien el instinto de sociabilidad, fuertemente estimulado por el medio en que vive, favorece mucho la comprension de las cosas colectivas. El paisano, desentendi?ndose de lo que preocupa ? los vecinos de la cabecera del distrito, calcula y considera ? su modo lo que se relaciona con su terru?o, su mercado, su feria y sus contribuciones. A eso se reducen toda su pol?tica y su econom?a social.
Sabiendo que el Cura, el Alcalde y el Recaudador de contribuciones son tres fuerzas ? personas distintas que forman una sola potencia verdadera para dominar el distrito, la diplomacia del paisano consiste en lisonjear, ? esas tres entidades, vivir en buena armon?a con ellas, ocultarles los recursos de que dispone y dejar que ruede la bola del vecino, sin inquietarse por nada. Su egoismo es tan calculado como su diplomacia, porque llegado el momento de hacer bien, sabe mostrarse caritativo y consagrado sin ostentacion, Pero como el c?rculo de su actividad es tan reducido, maneja sus intereses con acierto y permanece en la mas completa inmobilidad de relaciones y h?bitos.
Su man?a consiste en adquirir propiedad territorial ? aumentarla que tiene, aunque el producto de la tierra sea muy inferior al de las especulaciones ? la industria; sin perjuicio de reservar la suma necesaria para rescatar al hijo mayor de la conscripcion militar. Dominado por esa idea fija, se hace econ?mico y avaro, imponi?ndose mil privaciones y atesorando franco sobre franco y escudo sobre escudo. El paisano sabe esperar la buena ocasion, disimulando su tesoro. Cuando llega el momento de una compra ventajosa se sirve de toda su diplomacia para reunir ? su fanega de tierra otra contigua, y otra y otras, sin satisfacerse nunca.
Su sue?o constante de ser propietario de tierra no corresponde ? una verdadera aspiracion ? gozar de los productos del suelo d?ndose comodidades: ?l busca en la tierra una consideracion que le satisfaga su vanidad personal y de familia, y una seguridad tangible contra toda cat?strofe, como guerra, hurto, dilapidacion ? cosa semejante. Su frase favorita expresa bien su conviccion: <
De algunos a?os ac? el paisano frances est? pasando por una cr?sis peligrosa, especie de fiebre que domina sobre todo ? la juventud campesina. La noticia de los altos salarios que obtienen en las grandes ciudades manufactureras ? comerciales ciertas clases de obreros, ha conmovido profundamente ? los paisanos proletarios, inspir?ndoles el deseo ardiente de mayor lucro. Para ellos cada gran ciudad ejerce la misma atraccion fascinadora que la fabulosa California, de 1848 ? 1853, para los emigrantes europeos. De ah? esa constante emigracion de paisanos de todas las campi?as de Francia, que abandonan sin pesar sus risue?os valles, sus pac?ficas llanuras y monta?as por aglomerarse ? centenares de miles en las sombr?as ? insalubres callejuelas de las grandes ciudades manufactureras: Paris, Lyon, Roan, Lila, Estrasburgo, Mulhouse, San-Est?van, Marsella y Burdeos.
A las manufacturas se une la conscripcion militar, como una causa de perturbacion, exagerada en extremo por las exigencias de la pol?tica. Cada a?o salen de los distritos cerca ? mas de 100,000 conscritos que van ? reemplazar ? otros 100,000 en el servicio de las armas. Pero de los reemplazados una gran porcion se queda en las ciudades , de manera que la sangr?a militar de todos los a?os no tiene compensacion. En cuanto ? los que vuelven, su trasformacion ha sido completa, y su regreso a las campi?as produce una infusion de bienes y males que modifica mucho los h?bitos y las nociones de los que no han salido jamas de la comarca. Por una parte, el soldado licenciado, suponiendo que vuelva sano y cabal, trae los h?bitos de mando altivo ? de obediencia servil, las tradiciones de la taberna militar, las costumbres y el lenguaje libre de los cuarteles y campamentos, el desprecio por el trabajo pac?fico y la tendencia ? la holgazaner?a y las querellas ruidosas. Por otra, su esp?ritu se ha ensanchado con el contacto del mundo, sus nociones sociales son mas claras y extensas, sabe leer y escribir pasablemente, ha olvidado algo su patu? provincial detestable, y trae en el corazon los sentimientos de la patria, del honor y de la valent?a, fuertemente desarrollados por el espect?culo ? que ha asistido durante algunos a?os como actor y espectador al mismo tiempo. ?Ser? mayor la suma de los males que la de los bienes? Tendr? ocasion de tratar este asunto al escribir mis observaciones generales respecto de Francia y las particularmente relativas a Paris. Que el lector me disimule entretanto esta digresion, de que no he podido prescindir.
Al dejar la estacion de Mac?n, siguiendo la direccion h?cia los contrafuertes meridionales del Jura, al traves de los departamentos de Saona-y-Loira y Ain, el paisaje comenz? ? presentar un aspecto mas risue?o y hermoso que el de las llanuras burgui?onas. En vez de esas planicies desnudas, ligeramente interrumpidas por colinas gran?ticas ? pedregosas, sin majestad ni riqueza de tintas en la vegetacion, se extendia h?cia el Oriente un inmenso plano inclinado, onduloso, reluciente de verdura y de contornos pintorescos que, dilat?ndose en escalones de suaves faldas ascendentes, iba ? encuadrarse en el marco magn?fico de las monta?as de poderosa caliza que forman las abruptas serran?as paralelas del Jura.
Al cabo la oscuridad fu? completa, y despues de cortar la cadena de bajas monta?as que liga al Jura con los Alpes de la baja Saboya, nos hallamos en el angosto valle del R?dano central que deb?amos orillar hasta Ginebra. En medio de las tinieblas solo se sentia ? veces, confusamente, el ruido casi subterr?neo del R?dano, estrechado entre pe?ascos formidables y aun escondido en cierto trecho en abismos que nadie ha podido sondear; ruido que se perdia, como la voz grandiosa de la naturaleza, confundido con el del tren--la voz de la industria humana--en las lejanas concavidades del complicado laberinto de cerros.
--Conque el emperador ha comido!...
--Pues; su Majestad come ? veces, cuando quiere probar su benevolencia.
--Qu? bondad! qu? bondad!
Eran las once y media de la noche cuando, rendidos de cansancio, lleg?bamos ? la activa y po?tica Ginebra, cuyas mil luces de gas se reflejaban admirablemente en la superficie murmurante de las ondas del R?dano y del lago Leman.
IDEA GENERAL DE SUIZA.
Configuracion orogr?fica.--Hidrograf?a.--Historia de los Suizos.--Instituciones pol?ticas.--Division general del pa?s.
La descripcion social y pintoresca de un pa?s es incomprensible cuando no se posee la idea general de su configuracion y aspecto, de su historia, sus instituciones fundamentales y su division administrativa. Digamos, pues, con la mayor concision posible, ?ntes de comenzar la narracion de nuestras impresiones, lo que es Suiza como territorio y nacion.
Nada mas dif?cil que determinar con absoluta precision, siguiendo un sistema, el aspecto m?ltiple de ese admirable pa?s, cuyos rasgos, de prodigiosa variedad, rechazan toda clasificacion rigorosamente met?dica. Suiza es un aparente c?os de formaciones geol?gicas, orogr?ficas ? hidrogr?ficas en que todo interesa y admira, todo tiene su car?cter particular, y sinembargo todo se combina y multiplica maravillosamente. No hay dos valles, dos alti-planicies, colinas, monta?as, picos colosales, gargantas, p?ramos, desfiladeros, rios, lagos ? nevados que se parezcan totalmente entre s?, entre innumerables formaciones an?logas.
Imaginad por un momento un inmenso grupo ? archipi?lago terrestre compuesto de jardines lucientes de verdura y abismos de concavidad insondable y aterradora; de alegres huertos y rocas desnudas, formidables y sombr?as que los dominan; de lujosos plant?os entrecortados por habitaciones campestres de imponderable gracia, al pi? de coronas y guirnaldas seculares de negros pinos y abetos, ci?endo los ?speros relieves y las concavidades abruptas de cerros que parecen gigantes evocados en una pesadilla; de ciudades risue?as, industriosas y activas, donde abundan los bellos monumentos del arte y de la ciencia, y r?sticos y solitarios caser?os encuadrados ? perdidos en las profundidades de las selvas. Suponed ese archipi?lago de mil formas en contraste, rodeado, cortado por laberintos de mil direcciones y por innumerables lagos azules y dormidos; mil cascadas caprichosas que se precipitan sobre los valles de lo alto de rocas tajadas y estupendas, en brillantes remolinos entre cuyas espumas vagan las gasas tornasoladas del arco ?ris; rios saltadores ? de p?rfida mansedumbre, de color gris al pi? de los nevados y de un azul trasparente en las regiones bajas; bancos inmensos de hielo, ondulosos y resplandecientes de blancura, que parecen mares mediterr?neos de cristal trepados sobre las monta?as en momentos de grandes cataclismos, donde imperan el silencio, la soledad y la tristeza; vastas alfombras de verdura, frescas y matizadas de mil flores y tintas diversas, y en derredor barreras colosales de granito y caliza, en cuyas cimas se cierne el ?guila imperial ? saltan el ciervo de enorme cornamenta y el gamo fugitivo por encima de los abismos;--barreras que encierran tantas hermosuras, escondi?ndolas ? la vista del viajero que no penetra hasta el fondo mismo del laberinto. Suponed todo eso, repito, y tendreis ap?nas una idea muy vaga de las maravillas que contiene Suiza.
En los Alpes y las monta?as que corresponden ? su sistema irregular y trunco, la grandiosidad est? mas en los pormenores que en el conjunto; en el contraste de lo natural y social, que produce variedades infinitas; en la severa estructura de las rocas abruptas, las hoyas y ramblas estrechas y profundas, los abismos insondables, los picos desnudos en forma de agujas, las neveras fascinadoras y llenas de pi?lagos , la multiplicidad de los lagos, y sobre todo la estrechez de los horizontes.
Aunque pudiera decirse que Suiza no tiene en realidad sino dos formas generales,--las monta?as y las planicies, mas ? m?nos interrumpidas,--es exacta la division que se hace del pa?s en tres sistemas topogr?ficos que se enlazan entre s?: la zona de los Alpes, la de las Planicies y la del Jura; la primera oriental, la segunda central y la tercera occidental. Las tres zonas giran en una direccion generalmente paralela de sur ? norte. Pero es de notar una curiosa diferencia: mi?ntras que las mayores alturas de los Alpes se hallan al sur, de modo que sus grupos y eslabones van decreciendo ? medida que se acercan al norte, h?cia el lago superior de Constanza, las cadenas regulares del Jura, derivadas de los Alpes saboyardos, son mas bajas al sur y se elevan a proporcion que se acercan al Rin en la direccion norte.
Partiendo l?mites con Francia al sur, por la Saboya septentrional, y al este, por los departamentos del Jura; con el gran ducado de B?den y los reinos de Wurtemberg y Baviera, al norte y nordeste; con Austria, por el Tirol, al este, y con Italia al sud-sudeste,--el territorio suizo mide 41,170 kil?metros cuadrados de superficie, 384 kil. de longitud extrema y 200 kil. de latitud, de sur ? norte. La hoya ? cuenca multiforme de Suiza est? determinada por los Alpes y el Jura, monta?as que, enlazadas al sur de Ginebra, no obstante la ruptura del R?dano, describen dos cuerdas irregulares, idealmente paralelas, cuyos extremos reposan al Norte, en cuanto ? Suiza, en Schaffhouse y la punta superior del lago de Constanza, encerrando as? todo el pa?s.
Suponed dos ondas s?lidas encadenadas, la una colosal, que al descender produce una vasta hoya sinuosa ? quebrada en mil pliegues, y vuelve ? levantarse adelante para reproducir su forma general en otra onda mucho menor, que al descender ? su turno se disuelve en una serie de planos inclinados y llanuras, tal es la estructura de Suiza. La grande onda es la cadena de los Alpes que va descendiendo de oriente ? poniente, como de sur ? norte, en escalones despedazados y rugosos, para descansar en una hoya intermediaria, region de planicies y bajas monta?as. En seguida el terreno se levanta de nuevo h?cia el occidente, tambien en escalones, forma las cadenas del Jura, y al llegar ? los puntos culminantes desciende sobre Francia, en anfiteatros y planos inclinados, para perderse en los valles del Doubs y el Ain.
Los dos sistemas de monta?as difieren en todo. En los Alpes no hay ni paralelismo de cadenas ni enlace alguno de formas regulares ? sostenidas. Es una serie de seis grupos colosales ligados por ramificaciones tortuosas, despedazadas y revueltas, cuyos innumerables estribos y contrafuertes se desprenden en todas direcciones. De ah? provienen numerosos sistemas hidrogr?ficos enteramente distintos y aun opuestos, que corresponden ? las hoyas del Rin, el Danubio, el Po y el R?dano. En los Alpes el granito es el elemento casi ?nico de las formaciones geol?gicas, y as? como en la orograf?a falta la regularidad de formas y direcciones, en la estructura de las rocas son rar?simas las estratificaciones regulares y horizontales. All? se encuentran los terribles ventisqueros, los p?ramos desiertos y sombr?os, las neveras perpetuas de movimiento misterioso, tan vastas y grandiosas que algunas miden hasta 18 leguas de longitud en varias direcciones, abarcando mas de la d?cima parte de la superficie del pa?s. Las elevaciones son generalmente muy considerables, cont?ndose muchas de 3, 4 y 4,500 metros sobre el nivel del mar. En esas cimas reina el invierno perpetuo, con mas rigor que en los polos; el hombre est? proscrito de all?; la vegetacion ofrece la mas variada escala de gradaciones que es posible en la zona templada del hemisferio boreal.
As?, pues, de los Alpes de Suiza nomas surgen las aguas principales que, por el Danubio, el Rin, el R?dano y el Po, llevan los aluviones del corazon de Europa hasta las hoyas lejan?simas del mar Negro y el del Norte, el Mediterr?neo y el Adri?tico.
Las monta?as del Jura tienen otro car?cter. De ellas no surge ning?n sistema hidrogr?fico importante; las neveras perpetuas faltan en sus cimas absolutamente; las formaciones de caliza reemplazan ? las de granito; los grupos desordenados, complicados y muy abruptos no existen, sino que en su lugar giran tres cadenas de monta?as paralelas y de extension desigual: dos de ellas de 15 leguas cada una, y de 18 la que llega hasta Schaffhouse. La mas alta cima del Jura no excede de una elevacion de 1,720 metros sobre el nivel del mar, y el espesor total de las tres cadenas no pasa de 55 kil?metros; mi?ntras que los Alpes tienen un espesor de 112 ? 285 kil?metros. Por ?ltimo, la vegetacion del Jura es mucho m?nos variada, por el hecho de ser sus zonas m?nos numerosas y elevadas.
La region intermediaria ? de la baja Suiza se compone, como he dicho, de planicies ondulosas, vallecitos estrechos y poco profundos, planos inclinados y colinas, con una elevacion sobre el nivel del mar que var?a entre 250 y 390 metros, y algunas monta?as cuya altura no excede da 975. Toda esa risue?a y pintoresca region est? muy poblada y cultivada, y tiene por marco, de un lado la l?nea occidental de los lagos Leman, de Neuch?tel y de Biena y del bajo Aar,--del otro la l?nea oriental que, partiendo del mismo lago Leman y terminando en el superior de Constanza, gira por los de Thun, Brienz, Lucerna, Zug y Zuric.
Puesto que he mencionado algunos lagos, dir? algo mas sobre el conjunto de los que tiene Suiza. El territorio de la Confederacion contiene, en totalidad ? en parte, 18 lagos de primer ?rden , 9 de segundo ?rden y mas de 60 de tercero, es decir casi microsc?picos relativamente ? los primeros. Casi todos los de primera clase son navegados por buques de vapor y barcas veleras; algunos solo son surcados por barquichuelos ? canoas de remo insignificantes; el mayor n?mero carece de toda navegacion. La gran multitud de lagos de tercer ?rden se halla en los laberintos encumbrados de los Alpes, en las cabeceras de los rios ? al pi? de las neveras. En cuanto ? los de primero y segundo ?rden mas importantes, se hallan distribuidos as?:
De toda esa multitud de lagos, admirablemente bellos, cinco son internacionales: el de Leman, que demarca l?mites con Francia ; los de Lugano y Mayor, que ligan ? Suiza con Italia; el de Constanza superior, l?mite respecto de Austria, Baviera, Wurtemberg, y el gran-ducado de B?den, y el de Constanza inferior respecto del mismo B?den. Los demas lagos le pertenecen exclusivamente ? la Confederacion.
La circunstancia de hallarse Suiza en la zona templada, al mismo tiempo que posee tan altas monta?as de la mas variada configuracion, le da la singular ventaja de tener, durante la primavera, el verano y el oto?o, tres elementos de variedad climat?rica y consiguientemente de vegetacion, industrias, costumbres, etc. Las estaciones producidas ? virtud de la latitud y las evoluciones del globo, son constantemente modificadas en Suiza, mas que en ning?n otro pa?s de Europa, por la influencia de las alturas y la exposicion de los lugares. De ese modo, el territorio suizo tiene tres temperaturas simult?neas de primer ?rden, determinadas por el sol, la altura atmosf?rica y las corrientes de aire que descienden de las heladas monta?as por los boquerones ? gargantas estrechas.
Con excepcion de los frutos vegetales exclusivos ? la zona t?rrida, en Suiza crecen al aire libre todas las plantas que pueden vivir desde la zona baja de las vi?as hasta las regiones del polo boreal. He visto florecer en plena tierra, en las m?rgenes del lago Leman, naranjos, granados y otros ?rboles frutales y arbustos que se ostenian con abundancia en Italia y Espa?a. No es, pues, extra?o que Suiza sea tan pintoresca, ofreciendo los mas variados paisajes de topograf?a y vegetacion, desde el profundo valle y la ondulosa planicie hasta las agujas gran?ticas, negras y completamente abruptas, y las c?pulas de nieves eternas que se pierden en los abismos de la atm?sfera, casi jamas holladas por el hombre.
As?, en los valles del R?dano, el Rin y sus afluentes y el Tesino, lo mismo que en las riberas de los lagos de la region central las vi?as constituyen la base principal de la agricultura. A 200 ? 300 metros mas arriba, en las planicies montuosas y quebradas, los campos est?n cubiertos de legumbres, cereales, granos y hortalizas de todas clases, y ?rboles frutales en mucha abundancia, como el manzano, el peral, el albaricoque y el ciruelo. Se sube un poco mas y aparecen los bosques de hayas ? variedades de encinas, los matorrales interminables de avellanos silvestres y muchos otros ?rboles frutales resistentes, como el cerezo. Las legumbres escasean ? faltan, los trigos no medran, reemplazados por el heno; todo va cambiando de aspecto. En otra zona superpuesta no viven sino las con?feras, es decir los pinos y abetos en incre?ble variedad de especies, y las malezas ?speras. Mas arriba desaparecen esos pabellones sombr?os de las altas monta?as, dejando el campo casi exclusivamente ? las gram?neas enanas, que se extienden h?cia las cimas de las faldas en inmensas y tupidas alfombras. Encima est? la region de los helechos enanos, l?quenes y musgos de tintas p?lidas ? sombr?as. Por ?ltimo, toda vegetacion desaparece, la vida termina bajo todas sus formas risue?as, las aguas se coagulan ? se filtran para perderse en los abismos subterr?neos, y no quedan sino, desiertos de granito y mares de hielo, donde solo se siente el grito estridente del ?guila ? el mugido aterrador del huracan.... En aquellas alturas el sol mismo pierde frecuentemente su esplendor; la soledad de un eterno invierno impera sobre abismos insondables, que guardan en sus concavidades el misterio admirable de la fisiolog?a del globo.
La Confederacion suiza ? helv?tica es un pueblo formado por la aglomeracion de muchas razas ? derivaciones de razas constituidas sucesivamente en Estados ? entidades que, gozando de soberan?a propia, se han ido aliando en nacionalidad compleja, sin perder en manera alguna sus tradiciones y su personalidad pol?tica y social. Ese or?gen contrasta evidentemente con el de todas las naciones de Europa, cuya unidad ha resultado de una serie de conquistas ? absorciones. De ah? la especialidad del tipo suizo, donde todo tiene el sello de la vida local ? de la independencia y la variedad dentro de la unidad federativa. Sin pretender resumir la historia complicad?sima de ese pa?s, que ha sufrido la influencia de muchas ? muy distintas invasiones y dominaciones , indicar? r?pidamente los episodios generales de primer ?rden; reservando los pormenores mas curiosos para la p?gina que corresponda ? cada canton en particular.
La batalla sangrienta de Morgarten, ganada contra el duque Leopoldo de Austria, descendiente de Rodolfo de Habsbourg, y contra la nobleza del pa?s coligada para oprimir ? los pueblos, asegur? la independencia de los tres cantones que fueron el n?cleo de la Confederacion. Desde 1308 hasta 1848 Suiza ha pasado por una serie de cruentas luchas y de los mas extra?os episodios, peleando unas veces por su libertad dom?stica, otras rechazando las invasiones extranjeras, no pocas veces atac?ndose entre s? los cantones para disputarse territorios contiguos. Durante algunos siglos ese pueblo ha ofrecido al mundo un extra?o contraste: mi?ntras que defendia con ardor su libertad ? independencia, daba el esc?ndalo infamante de sus capitulaciones y enganches para suministrar regimientos de mercenarios ? casi todos los tiranos ? d?spotas de Europa. Hoy, gracias a la energ?a del gobierno federal y sobre todo ? la revolucion italiana, esa ignominia de la civilizacion desaparece, y Suiza no ver? en sus hijos sino soldados de su propia causa.
Prescindiendo de los acontecimientos que no se han relacionado directamente con la formacion de la liga federal, los mas notables episodios de la historia de los Suizos se pueden resumir as?:
El ejemplo de la fuerza adquirida para la defensa por los tres cantones coligados en 1308 hace entrar sucesivamente en la Confederacion, durante medio siglo, ? otros cinco cantones ? Estados independientes: Lucerna, Zuric, Glaris, Zug y Berna,--el primero adherido en 1332 y los demas de 1351 ? 1353. Desde ent?nces la nacion se hace respetable, y uniendo sus fuerzas obtiene conquistas en los territorios aleda?os. La lucha contra la nobleza y la casa de Austria contin?a con ventaja creciente para los pueblos, y su prosperidad es muy notable.
Las guerras civiles y exteriores renacen poco despues, y la Confederacion, triunfante una vez mas de los Austr?acos en 1499, se acrecienta, de 1501 ? 1513, con los nuevos cantones independientes de Appenzell, Basilea y Schaffhouse. Otros cantones libres existian ent?nces, tales como Neuch?tel, San-Gall, Grisones y Valles, pero no figuraban respecto de la Confederacion sino como simples aliados para la defensa comun.
La reforma religiosa dividi? profundamente ? los Suizos en guerras civiles muy cruentas y tenaces, complicadas con las cuestiones pol?tico-sociales entre la nobleza y los ciudadanos y paisanos, y entre los cantones aristocr?ticos y cat?licos y los de organizacion democr?tica y religion protestante ? reformada.
La revolucion francesa de 1789 conmovi? profundamente los esp?ritus en Suiza y produjo cambios y episodios muy importantes. Los Franceses invaden el pa?s y los pueblos oprimidos se agitan y levantan donde quiera contra los obispos ? abades soberanos y los se?ores ? nobles. En unas partes reclaman libertades y garant?as, como en Basilea y los cantones de Vaud, del Tesino, los Grisones, San-Gall, Schaffhouse, Solera y Friburgo; en otras cambian su gobierno, como la rep?blica independiente de Ginebra. El general frances Brune se apodera de Berna; la Confederacion queda disuelta y recibe una reorganizacion impuesta por las armas francesas y la revolucion.
Suiza es ent?nces Rep?blica una ? indivisible, basada en el principio democr?tico y compuesta de 18 cantones. El de los Grisones queda como aliado; la rep?blica de Ginebra y varios territorios del Jura son usurpados por Francia. Algunos cantones alemanes, los mas antiguos, resistieron; pero en breve fueron sometidos. As?, la Confederacion iniciada por Guillermo Tell habia durado 490 a?os, Nacida del triunfo sobre una dominacion venida del lado de los Alpes, sucumbia bajo el peso de otra invasion procedente del lado del Jura.
En breve Friburgo se rindi? al general Dufour, sin combatir; Lucerna cap?tulo despues de dos dias de pelea, y los demas cantones disidentes se sometieron bajo condiciones. El triunfo de la revolucion radical, sostenida principalmente por los cantones de Ginebra, Vaud, Berna, Zuric y Tesino, hizo necesaria una reforma definitiva. La Constitucion federal del 12 de setiembre de 1848, aceptada desde su sancion por quince y medio cantones, lo fu? poco despues por los seis y medio restantes. Las reformas interiores y liberales de los que habian hecho la revolucion fueron seguidas de las que hicieron en sus constituciones, de 1848 ? 1850, diez de los otros cantones. Las ?ltimas reformas en sentido liberal han tenido lugar en Neuch?tel, Tesino y Vaud, en 1858, 59 y 61.
Si las constituciones cantonales son en su gran mayor?a muy liberales, la de la Confederacion nada ? poco deja que desear, en punto ? libertades pol?ticas y personales, igualdad y elementos de fuerza y armon?a. Gracias ? ella el pa?s ha hecho grandes progresos en los doce ?ltimos a?os, consolidando sus instituciones de todo g?nero y adquiriendo respetabilidad en el mundo, apesar de su peque?ez como territorio y poblacion.
La Constitucion garantiza ? todos los Suizos la igualdad de derechos y deberes, la libertad de la prensa, de la industria, del tr?nsito, del domicilio, de asociacion y del ejercicio de todo culto cristiano; manteniendo as? v?nculos estrechos de union y comunidad, sin perjuicio de la autonom?a comunal y cantonal. Los cantones tienen el deber de ajustar sus constituciones al principio republicano, representativo ? democr?tico, y respetar el derecho p?blico de la Confederacion. El ej?rcito es federal, como el sistema monetario y de pesas y medidas, los correos y las relaciones exteriores que afectan ? la nacionalidad entera; de modo que las facultades reservadas al gobierno federal en nada vulneran la autonom?a de los Estados ? cantones.
Al terminar esta narracion presentar? ? los lectores un cuadro comparativo de los cantones, seg?n su extension territorial, poblacion, razas y religiones, naturaleza de industrias ? instituciones. Por ahora, lo expuesto basta para tener una idea general.
GINEBRA.
Geograf?a del Canton.--El lago Leman.--Res?men hist?rico.--Estructura general de Ginebra.--Sus condiciones pol?ticas y sociales.--Monumentos ? instituciones p?blicas.--Las casas de prision.--Ginebra como centro social europeo.
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