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Read Ebook: El sombrero de tres picos Historia verdadera de un sucedido que anda en romances escrita ahora tal y como pasó by Alarc N Pedro Antonio De Bourland Benjamin Parsons Editor

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Ebook has 515 lines and 51846 words, and 11 pages

Sigamos por nuestra parte al t?o Lucas.

Ya hab?an andado un cuarto de legua sin hablar palabra, el Molinero subido en la borrica, y el Alguacil arre?ndola con su bast?n de autoridad, cuando divisaron delante de s?, en lo alto de un repecho que hac?a el camino, la sombra de un enorme pajarraco que se dirig?a hacia ellos.

Aquella sombra se destac? en?rgicamente sobre el cielo, esclarecido por la luna, dibuj?ndose en ?l con tanta precisi?n, que el Molinero exclam? en el acto:

--To?uelo, ?aquel es Gardu?a, con su sombrero de tres picos y sus patas de alambre!

Mas, antes de que contestara el interpelado, la sombra, deseosa sin duda de eludir aquel encuentro, hab?a dejado el camino y echado a correr a campo travieso con la velocidad de una verdadera gardu?a.

--No veo a nadie...--respondi? entonces To?uelo con la mayor naturalidad.

--Ni yo tampoco,--replic? el t?o Lucas, comi?ndose la partida.

Y la sospecha que ya se le ocurri? en el molino principi? a adquirir cuerpo y consistencia en el esp?ritu receloso del jorobado.

--Este viaje m?o es una estratagema amorosa del Corregidor. La declaraci?n que le o? esta tarde desde lo alto del emparrado me demuestra que el vejete madrile?o no puede esperar m?s. Indudablemente, esta noche va a volver de visita al molino, y por eso ha principiado quit?ndome de en medio... Pero ?qu? importa? ?Frasquita es Frasquita..., y no abrir? la puerta aunque le peguen fuego a la casa!... Digo m?s: aunque la abriese; aunque el Corregidor lograse, por medio de cualquier ardid, sorprender a mi excelente navarra, el p?caro viejo saldr?a con las manos en la cabeza. ?Frasquita es Frasquita!--Sin embargo , ?bueno ser? volverme esta noche a casa lo m?s temprano que pueda!

Llegaron con esto al Lugar el t?o Lucas y el Alguacil, y dirigi?ronse a casa del se?or Alcalde.

UN ALCALDE DE MONTERILLA

El Sr. Juan L?pez, que como particular y como Alcalde era la tiran?a, la ferocidad y el orgullo personificados , dign?base, sin embargo, a aquellas horas, despu?s de despachar los asuntos oficiales y los de su labranza y de pegarle a su mujer la cotidiana paliza, beberse un c?ntaro de vino en compa??a del secretario y del sacrist?n, operaci?n que iba m?s de mediada aquella noche, cuando el Molinero compareci? en su presencia.

--?Por mi parte, maldita aquella!--contest? el t?o Lucas, que hasta entonces no hab?a despegado los labios, pero cuyas sospechas eran cada vez mayores al ver el amistoso recibimiento que se le hac?a, despu?s de una orden tan terrible y apremiante.

--Me parece bien... .--Supuesto que la cosa no es urgente..., pasar? la noche fuera de mi casa.

--Entonces... ?venga otro trago!--exclam? el Molinero, sent?ndose.

--?Venga de ah?!--repuso el Alcalde, alarg?ndole el vaso lleno.

--?Pues, por su salud!--dijo el se?or Juan L?pez, bebi?ndose la mitad del vino.

--?A ver, Manuela! . Dile a tu ama que el t?o Lucas se queda a dormir aqu?. Que le ponga una cabecera en el granero...

--?Ca! no... ?De ning?n modo! Yo duermo en el pajar como un rey.

--Creo que tambi?n es hora de que nos recojamos nosotros . Ya deben de ser las diez... o poco menos.

--Las diez menos cuartillo...--notific? el Secretario, despu?s de repartir en los vasos el resto del vino correspondiente a aquella noche.

--?Pues a dormir, caballeros!--exclam? el anfitri?n, apurando su parte.

--Hasta ma?ana, se?ores,--a?adi? el Molinero, bebi?ndose la suya.

--?Por aqu?, t?o Lucas!...--dijo To?uelo, llev?ndose tambi?n el c?ntaro, por si le quedaban algunas gotas.

--Hasta ma?ana, si Dios quiere,--agreg? el Sacrist?n, despu?s de escurrir todos los vasos.

--Pues, se?or... . El t?o Lucas no ha sospechado nada. Nos podemos acostar descansadamente, y... ?buena pro le haga al Corregidor!

DONDE SE VER? QUE EL T?O LUCAS TEN?A EL SUE?O MUY LIGERO

Cinco minutos despu?s, un hombre se descolgaba por la ventana del pajar del se?or Alcalde; ventana que daba a un corral?n y que no distar?a cuatro varas del suelo.

En el corral?n hab?a un cobertizo sobre una gran pesebrera, a la cual hall?banse atadas seis ? ocho caballer?as de diversa alcurnia, bien que todas ellas del sexo d?bil.--Los caballos, mulos y burros del sexo fuerte formaban rancho aparte en otro local contiguo.

El hombre desat? una borrica, que por cierto estaba aparejada, y se encamin?, llev?ndola del diestro, hacia la puerta del corral; retir? la tranca y desech? el cerrojo que la aseguraban; abriola con mucho tiento, y se encontr? en medio del campo.

Una vez all?, mont? en la borrica, metiole los talones, y sali? como una flecha con direcci?n a la Ciudad;--mas no por el carril ordinario, sino atravesando siembras y ca?adas, como quien se precave contra alg?n mal encuentro.

Era el t?o Lucas, que se dirig?a a su molino.

VOCES CLAMANTES IN DESERTO

?Alcaldes a m?, que soy de Archena! . ?Ma?ana por la ma?ana pasar? a ver al se?or Obispo, como medida preventiva, y le contar? todo lo que me ha ocurrido esta noche!--?Llamarme con tanta prisa y reserva, a hora tan desusada; decirme que venga solo; hablarme del servicio del rey, y de moneda falsa, y de brujas, y de duendes, para echarme luego dos vasos de vino y mandarme a dormir!... ?La cosa no puede ser m?s clara! Gardu?a trajo al Lugar esas instrucciones de parte del Corregidor, y esta es la hora en que el Corregidor estar? ya en campa?a contra mi mujer... ?Qui?n sabe si me lo encontrar? llamando a la puerta del molino! ?Qui?n sabe si me lo encontrar? ya dentro!...--?Qui?n sabe!...--Pero ?qu? voy a decir? ?Dudar de mi navarra!... ?Oh, esto es ofender a Dios! ?Imposible que ella!... ?Imposible que mi Frasquita!... ?Imposible!...--Mas ?qu? estoy diciendo? ?Acaso hay algo imposible en el mundo? ?No se cas? conmigo, siendo ella tan hermosa y yo tan feo?

Y, al hacer esta ?ltima reflexi?n, el pobre jorobado se ech? a llorar...

Entonces par? la burra para serenarse; se enjug? las l?grimas: suspir? hondamente; sac? los av?os de fumar; pic? y li? un cigarro de tabaco negro; empu?? luego pedernal, yesca y eslab?n, y, al cabo de algunos golpes, consigui? encender candela.

En aquel mismo momento sinti? rumor de pasos hacia el camino,--que distar?a de all? unas trescientas varas.

--?Qu? imprudente soy! . ?Si me andar? ya buscando la Justicia, y yo me habr? vendido al echar estas yescas!

Escondi?, pues, la lumbre, y se ape?, ocult?ndose detr?s de la borrica.

Pero la borrica entendi? las cosas de diferente modo, y lanz? un rebuzno de satisfacci?n.

--?Maldita seas!--exclam? el t?o Lucas, tratando de cerrarle la boca con las manos.

Al propio tiempo reson? otro rebuzno en el camino, por v?a de galante respuesta.

--?Estamos aviados! . ?Bien dice el refr?n: el mayor mal de los males es tratar con animales!

Y, as? discurriendo, volvi? a montar, arre? la bestia y sali? disparado en direcci?n contraria al sitio en que hab?a sonado el segundo rebuzno.

Y lo m?s particular fue que la persona que iba en el jumento interlocutor, debi? de asustarse del t?o Lucas tanto como el t?o Lucas se hab?a asustado de ella. Lo digo, porque apartose tambi?n del camino, recelando sin duda que fuese un alguacil o un malhechor pagado por D. Eugenio, y sali? a escape por los sembrados de la otra banda.

El murciano, entretanto, continu? cavilando de este modo:

--?Qu? noche! ?Qu? mundo! ?Qu? vida la m?a desde hace una hora! ?Alguaciles metidos a alcahuetes; alcaldes que conspiran contra mi honra; burros que rebuznan cuando no es menester; y aqu?, en mi pecho, un miserable coraz?n que se ha atrevido a dudar de la mujer m?s noble que Dios ha criado!--?Oh! ?Dios m?o, Dios m?o! ?Haz que llegue pronto a mi casa y que encuentre all? a mi Frasquita!

Sigui? caminando el t?o Lucas, atravesando siembras y matorrales, hasta que al fin, a eso de las once de la noche, lleg? sin novedad a la puerta grande del molino...

?Condenaci?n! ?La puerta del molino estaba abierta!

LA DUDA Y LA REALIDAD

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