Read Ebook: La Tía Tula (Novela) by Unamuno Miguel De
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Ebook has 104 lines and 4983 words, and 3 pages
do. Guardaba todo su saber, todo su esp?ritu; las mismas frases recortadas y aceradas, a las veces repetici?n de las que oy? a la otra, la misma doctrina, el mismo estilo y hasta el mismo gesto. <>--exclamaban sus hermanos, y no siempre llev?ndoselo a bien. Ella guardaba el archivo y el tesoro de la otra; ella ten?a la llave de los cajoncitos secretos de la que se fu? en carne y sangre; ella guardaba, con su mu?eca de cuando ni?a, la mu?eca de la ni?ez de la T?a, y algunas cartas, y el devocionario y el breviario de don Primitivo; ella era en la familia quien sab?a los dichos y hechos de los antepasados dentro de memoria: de don Primitivo, que nada era de su sangre; de la madre del primer Ramiro; de Rosa; de su propia madre Manuela, la hospiciana--de ?sta no dichos ni hechos, sino silencios y pasiones--, ella era la historia dom?stica; por ella se continuaba la eternidad espiritual de la familia. Ella hered? el alma de ?sta, espiritualizada en la T?a.
La alianza entre Elvira, la hija del primer Ramiro que le cost? la vida a Rosa, su primera mujer, y Enrique, el hijo del pecado de aqu?l y de la hospiciana, era muy estrecha. Quer?anse los hermanastros m?s que cualesquiera otros de los cinco entre s?. Siempre andaban en cuchicheos y en secreteos. Y esta a modo de conjura desasoseg?bale a Manolita. No que le doliera que su hermano uterino, el salido del mismo vientre de donde ella sali?, tuviese m?s apego a hermana nacida de otra madre, no; sent?a que a ella no hab?a de apeg?rsele ninguno de sus hermanos y complac?ase en ello. Pero aquel afecto m?s que fraternal le era repulsivo.
--Ya estoy deseando--les dijo una vez--que uno de vosotros se enamore; que t?, Enrique, te eches novia o que a ?sta, a ti, Elvira, te pretenda alguno...
--?Y para qu??--pregunt? ?sta.
--Para que dej?is de andar as?, de bracete por la casa, y con cuentecitos al o?do y caranto?as, arrumacos y lagoter?as...
--Acaso entonces m?s...--dijo Enrique.
--?Y c?mo as??
--Porque ?sta vendr? a contarme los secretos de su novio, ?verdad, Elvira?, y yo le contar?, ?claro est?!, los de mi novia...
--S?, s?...--exclam? Elvira a punto de palmotear.
--Y os reir?is uno y otro del otro novio y de la otra novia, ?no es as??... ?qu? bonito!
--Bueno, ?y qu? dir?a a esto la T?a?--pregunt? Elvira mir?ndole a Manolita a los ojos.
--Dir?a que no se debe jugar con las cosas santas y que sois unos chiquillos...
--Pues no repitas con la T?a--le arguy? Enrique--aquello del Evangelio de que hay que hacerse ni?o para entrar en el reino de los cielos...
--?Ni?o, s?! ?Chiquillo, no!
--?Y en qu? se le distingue al ni?o del chiquillo...?
--?En qu?? En la manera de jugar.
--?C?mo juega el chiquillo?
--El chiquillo juega a persona mayor. Los ni?os no son, como los mayores, ni hombres ni mujeres, sino que son como los ?ngeles. Recuerdo haberle o?do decir a la T?a que hab?a o?do que hay lenguas en que el ni?o no es ni masculino ni femenino, sino neutro...
--S?--a?adi? Enrique--en alem?n. Y la se?orita es neutro...
--Pues esta se?orita--dijo Manolita intentando, sin conseguirlo, te?ir de una sonrisa estas palabras--no es neutra...
--?Claro que no soy neutra; pues no faltaba m?s...!
--?Pero bueno, nada de chiquilladas!
--Chiquilladas, no; ni?er?as, eso, ?no es eso?
--?Eso es!
--Bueno, ?y en qu? las conoceremos?
--Basta, que no quiero deciros m?s. ?Para qu?? Porque hay cosas que al tratar de decirlas se ponen m?s oscuras...
--Bien, bien, ti?ta--exclam? Elvira abraz?ndola y d?ndole un beso--, no te enfades as?... ?Verdad que no te enfadas, ti?ta...?
--No; y menos porque me llames ti?ta...
--Si lo hac?a sin intenci?n...
--Lo s?; pero eso es lo peligroso. Porque la intenci?n viene despu?s...
Enrique le hizo una caranto?a a su hermana completa y cojiendo a la otra, a la hermanastra, por debajo de un brazo, se la llev? consigo.
Y Manolita, vi?ndoles alejarse, qued? dici?ndose: <>--e invocaba mentalmente a la T?a.--<
EL otro grupo lo formaban en la familia, no Rosita y Ramiro, sino la mujer de ?ste, Caridad, y aquella su cu?ada. Aunque en rigor era Rosita la que buscaba a Caridad y le llevaba sus quejas, sus aprensiones, sus suspicacias. Porque iba, por lo com?n, a quejarse. Cre?ase, o al menos aparentaba creer, que era la desde?ada y la no comprendida. Pon?ase triste y como preocupada en espera de que le preguntasen qu? era lo que ten?a, y como nadie se lo preguntaba sufr?a con ello. Y menos que los otros hermanos se lo preguntaba Manolita, que se dec?a: <
A su cu?ada, a Caridad, le iba sobre todo con quejas de su marido; complac?ase en acusar a ?ste, a Ramiro, de ego?sta. Y la mujer le o?a pacientemente y sin saber qu? decirle.
--Yo no s?, Manuela--le dec?a a ?sta Caridad, su cu?ada--qu? hacer con Rosa... Siempre me est? viniendo con quejas de Ramiro: que si es un orgulloso, que si un ego?sta, que si un distra?do...
--?Ll?vale la hebra y dile que s?!
--?Pero c?mo? ?Voy a darle alas?
--No, sino a cort?rselas.
--Pues no lo entiendo. Y adem?s, eso no es verdad; ?Ramiro no es as?!...
--Lo s?, lo s? muy bien. S? que Ramiro podr? tener, como todo hombre, sus defectos...
--Y como toda mujer.
--?Claro, s?! Pero los de ?l son defectos de hombre...
--?De z?ngano, vamos!
--Como quieras; los de Ramiro son defectos de hombre, o si quieres, pues que te empe?as, de z?ngano...
--?Y los m?os?
--?Los tuyos, Caridad? Los tuyos... ?de reina!
--?Muy bien! ?Ni la T?a...!
--Pero los defectos de Ramiro no son los que Rosa dice. Ni es orgulloso, ni es ego?sta, ni es distra?do...
--?Y entonces por qu? voy a llevarle la hebra como dices?
--Porque eso ser? llevarle la contraria. Lo s? muy bien. La conozco.
Cierta ma?ana, encontr?ndose las tres, Caridad, Manuela y Rosa, comenz? ?sta el ataque.
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