Read Ebook: Viaje a los Estados Unidos Tomo I by Prieto Guillermo
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Ebook has 3358 lines and 154078 words, and 68 pages
NOTA DEL TRANSCRIPTOR:
--Los errores obvios de impresi?n y puntuaci?n han sido corregidos.
--Se ha mantenido la acentuaci?n del libro original, que difiere notablemente de la utilizada en espa?ol moderno.
VIAJE ? LOS ESTADOS-UNIDOS
Por FIDEL
IMPRENTA DEL COMERCIO, DE DUBLAN Y CHAVEZ
PROLOGO
POR vida del pr?logo! Bien pobre y bien mezquina es despues de todo nuestra naturaleza: procedemos por pautas, por patrones, por moldes; ?stos se han hecho solos; pero ?ay de aquel que se sale de ellos y se atreve ? pensar con su cabeza!
?C?mo le va ? vd? para saludar:--que le vaya ? vd. muy bien, para despedirse. Al comer, comience vd. por la sopa; al subir, por el primer escal?n. Al escribir un libro, cu?dese de aderezar su pr?logo; si no, est? vd. perdido.
Estas son las reglas, reglas que me tienen frito; yo quisiera blandir una espada por el medio, ensartar una aguja por la punta, vivir sin trabajar, entrar ? la casa por el balcon, cambiar de sexo todos los dias, ? por lo m?nos en invierno y en verano, y ent?nces me llamarian loco de atar; y son sabios, el que trepa en globo por esos aires sin resultado alguno, y todos los que tratan de enderezar el pelo del diablo ? sean las cosas p?blicas de nuestra tierra.
Vamos al pr?logo.
No quiero decir al lector por qu?; pero es el caso que en mi infancia, era yo el ni?o m?s cuitado y m?s asustadizo que vdes. quieran ver, m?s entumido y m?s desde?ado del mundo.
Flaco, cari-acontecido, lloron y triste como un buho.
En el Molino del Rey, situado en las lomas de Tacubaya, famoso en nuestra historia, pas? mis primeros a?os, se puede decir que v? la luz.
Es un molino de trigo con sus accesorios de campo.
Por supuesto que los ni?os m?s estimados, los j?venes irresistibles que me servian de modelo, eran aquellos ostentosos de br?o y de pujanza, diestros ginetes, h?biles cazadores, y ?giles en la lucha y la carrera.
Yo tenia las cualidades contrarias, ? un grado de espantosa perfeccion; me desequilibraba con solo abrir las piernas, tenia susto frente ? un caballo, porque me parecia que de repente me soltaba una palabra que me dejaba frio: me vencia cualesquiera ni?a, poseia la ligereza de la tortuga, apuntaba ? un p?jaro, y ponia en peligro la existencia del compa?ero que quedaba ? mi espalda, y en esto de habilidades de manos, desde ent?nces soy un prodigio; no atino nunca con los ojales de la camisa, el nudo de la corbata es para m? el nudo gordiano y no hay tornillo que no trasrosque, ni chapa que no desgobierne, ni tapa que no apriete, ni hilo que no enmara?e, ni treta que no quede inservible entre mis dedos, punz?ndome, pinch?ndome, quem?ndome ? desbarranc?ndome en cualquiera intento de destreza corporal.
Por este conjunto de deliciosas cualidades, sobre todas la del miedo, mi sociedad predilecta fueron las viejas, y los cuentos, el alimento y el placer de mi alma.
Aquel caballito de siete colores que venia ? visitar al rey ni?o, pasando como una mariposa sobre las rosas y claveles del jardin; aquella Cubi Cubiana que cruelmente perseguida se libraba de sus verdugos, ya arrojando frente ? ellos un peine que se convertia en monte de espinas, ya dejando caer un espejo que se tornaba extenso y cristalino lago, ya poniendo en el suelo un dedal que se convertia en los vivos aires en una capilla con su ermita?o, todo me encantaba, me enamoraba de lo maravilloso, y tenia risas para las diabluras de Pedro de Urdimalas, y l?grimas para el ni?o hijo menor del rey convertido en morado lirio que cantaba:
P?tame mi cedacero, P?tame con grande amor; Me mat? mi hermano el grande, Soy espina de la flor.
Cont?base una noche al calor de la lumbre un cuento; mi Nana, que era la narradora, estaba bajo una ventana, con sus cabellos blancos, blancos como copos de algodon. Lita, mi prima, que ?qu? tal seria de bonita cuando la eligieron para representar ? la Virgen en un coloquio en que era yo San Miguel? esa, estaba ? mi lado; mis primos, sembrados entre mis tios; y mis se?ores padres.... lindos, porque lo eran, sentados en un sof? ? lo l?jos.
En el cuento se decia que tres ni?as, hermosas como estrellas y m?s seductoras que nuestra madre Eva, llevaban al enfermo y joven rey regalos para enamorar su triste corazon y salvar su vida distrayendo su pena.
--La ni?a mayor, que se llamaba Fresca Rosa.... ?qu? le llev?? pregunt? mi Nana.... estos confites al que diga qu? le llev?....
--Yo lo dir?, clam? un chico que era la piel de Barrab?s. . Le llev? tres pi?oncitos: parti? uno y fu? sacando una camisa de hilo tan sutil y con tan lindos bordados, que tal parecia hecha por los ?ngeles: en estas, que parte otro pi?oncito y que va sacando un manto real, como tejido de rayos de sol.
No pesta??bamos: aquella relacion era maravillosa; se sentia dulce la boca escuch?ndola.
--?Y qu? tenia el tercer pi?oncito? preguntamos interrumpiendo....
--Tenia, tenia, ?digan qu? tendria? acentuaba el triunfal muchacho.
--Tenia un pajarito que cantaba tan dulce y tan alegre, y abria sus alitas y hacia tales moner?as, que asom? la risa ? los labios del rey, y las hermanas rivales se creyeron perdidas.
--Caten vdes., continu? la Nana, que ese fu? el regalo de la primera ni?a; ?y la segunda?
--La segunda, ?c?mo se llamaba?
--Se llamaba la segunda, Granito de oro.
--Esa, ?qu? le llev??
Lola que era una mozuela con unos ojazos negros como una vida y una frentaza como predicador, bullanguera y alborotadora como un fandango, dijo, haci?ndose la gazmo?a:
--La pobre le present? un canutero de ?bano, bien labrado, pero no gran cosa; el canutero tenia dentro una plumita primorosa, como de chupamirto. Pero es el caso, que la ni?a mand? cerrar todas las puertas para sacarla del estuchito, las cerraron y se quedaron ? oscuras completamente.
Ent?nces la ni?a sac? la pluma, y alumbr? de repente una luz de luna deliciosa--porque estaba por el rev?s la pluma--lo mismo hacia la pluma en los campos y por donde quiera.
El rey, asombrado, volte? la pluma por el derecho, y ent?nces fu? como si hubiera alumbrado el sol....
--Eso estuvo mejor, mejor que mejor, gritaba Lolita, sonando sus manecitas de azucenas.
--Esperen vdes., que falta lo bueno.
Cuando se sacudia la pluma, alumbrando por el rev?s, ent?nces caia una lluvia de mediecitos nuevos de plata, y cuando por el derecho, escuditos de oro.
--Cabal, de su apellido, dijo una anciana, porque ella era Granito de oro.
El ni?o-rey tom? los escuditos y vi? ? la ni?a, y la pobrecita que quedaba, estaba al morir.
--Yo que ella no hago nada.
--Ni yo.
--Ni yo.
--?Y c?mo se llamaba la ni?a m?s chiquita?
--Se llamaba Lucero del Alba.
--Bonito nombre....
Mi?ntras todos habian escuchado y Pancho y Lola decian sus regalos, yo me devanaba los sesos para entrar en la palestra y pensar en mi regalo tambien.
--Bueno; ?qu? llevaba Lucero del Alba? exclam? mi Nana.
Yo no me pude contener, me puse en pi?, y con la voz tr?mula dije:
--Llevaba una cajita que se alargaba y se encogia mucho, mucho.
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