Read Ebook: Viaje a los Estados Unidos Tomo I by Prieto Guillermo
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Ebook has 3358 lines and 154078 words, and 68 pages
--Llevaba una cajita que se alargaba y se encogia mucho, mucho.
--?Y qu? tenia dentro?
--Pues, se?or, tenia dentro unos cristalitos que ? primera vista nada ofrecian de particular....
--Habias de salir con eso, Guillermo, dijo Lolita.
--Perdi? Lucero del Alba.
--En cuanto que se tomaba el cristalito con los dedos, se veia al trav?s de ellos lo que uno queria como si estuviera presente; campos, mares, cielos, y por aqu? la gran ciudad del Santo Padre de Roma, y con otro cristalito todita la Francia, y con otro todita Espa?a; pero no en pintura, sino de veras; las calles, las personas, los carruajes, todo, todo.
Si era de noche, se veia de noche; si de dia, de dia; y si entusiasmado queria uno estar en cuerpo y en alma donde se estaba mirando, no habia m?s sino pasarse el cajoncito de una mano ? otra, llen?ndose de onzas de oro el tal cajoncito, que jam?s se agotaba, aunque con una bomba le estuvieran sacando dinero.
Aplaudia la gente tan de buena f?, que yo me puse anch?simo: le contaron la gracia ? mis se?ores padres.... que les v? l?grimas en los ojos, crey?ndome capaz por aquella pamplina de echar el pi? atr?s al propio D. Quijote de la Mancha.
--Siga vd., Nana, siga vd., dijimos todos.
Y mi Nana continu?:
--Aunque hubieron sus opiniones sobre todos los regalos y los otros tal vez eran mejores....
--Y c?mo que eran mejores, dijo Pancho.
--Mucho que mejores, repiti? Lola, pidiendo aplausos.
--Siempre el rey se divirti? tanto tanto con los vidritos, es decir, como tenia ? todo el mundo en su cajita, que se le quit? la tristeza y se cas? con Lucero del Alba.
Pancho y Lola bramaron contra la parcialidad visible de mi Nana; pero sea por lo que fuere, ? m? me ha quedado tal aficion ? las cajitas de vidritos, que nada creo comparable ? ese regalo, con las diferencias esenciales que el m?nos avisado percibe.
Esta es una caja de vidritos; quien quiera ver, que se haga inocente como los ni?os de mi cuento.
?Buen chasco se lleva quien busque en este libro observaciones profundas, estudios s?rios, animadas descripciones, sino en descolorida imitacion los vidritos del cuento!
Los mios han sido viajes al vapor, siempre con el pi? en el estribo y cantando como el soldado de la zarzuela:
Siempre sin dormir, Siempre sin cenar; Qu? vida tan perra La del melitar.
Es decir, se trata de charla, y charla tendr?n los que quieran comprar esta cajita de vidritos.
FIDEL.
VIAJE
? LOS
ESTADOS-UNIDOS
POR FIDEL
DESPERTABA como de un sue?o ? la orilla del mar Pac?fico y en el puerto del Manzanillo el 13 de Enero de 1877.
Era en aquel tiempo Manzanillo una playa casi desierta en donde la fiebre se ense?oreaba, tenia el apodo de centro mercantil una tienda de lona, habitada por unos alemanes que no interrumpian su eterno sue?o sino para agotar toneladas de cerveza ? hacer sus excursiones ? la aduana.
Estaba enriquecida con titulo tan afianzador y conspicuo una galera sucia y sombr?a con el brazo tendido de una viga sobre las aguas, para afianzar los cargamentos que no habia querido recoger el contrabando, porque en cuanto ? los n?ufragos, se encargaban de ellos los tiburones, ?nicos competidores en voracidad con el hambriento resguardo mar?timo.
Unos cuantos jacales hundidos en la arena, como sapos y tortugas que hubiesen dejado en seco las mareas, la falda escabrosa del monte, de que parecian precipitarse enormes pe?as, y un cerro avanzado h?cia el mar, pomposo y arrogante, que desde ent?nces, ? la entrada de la bocana, pide ? gritos un faro, sin que nadie le haga maldito el caso.
Recordaba con en?rgica fidelidad, que habiendo llegado muy enfermo y manifestando deseo de ver la bah?a, Juarez y Ocampo me hicieron silla de manos y me pasearon en la playa, yendo yo orgulloso y triunfal y con el alma luminosa dentro del pecho, m?s feliz que sobre el primer trono del mundo: mi amado Pancho Cendejas iba por delante haciendo farsa. De repente volvia los ojos y me sorprendian las brillantes huellas que iban dejando mis conductores : alegres con mis sorpresas, los acompa?antes de mis amigos restregaban la arena con las manos y la esparcian refulgente como polvo de luceros....
Ahora el puerto del Manzanillo tiene sus calles regulares, sus tiendas y valiosos almacenes, su capitan?a, su cuartel, su plaza, con asientos y embanquetado, y su aduana, que es un edificio de madera con sus ampl?simos corredores viendo ? la bah?a, que es por cierto po?tica y encantadora.
El Manzanillo sale de las aguas de la laguna de Cuyutlan, sacude su cabellera y se escurre entre dos alt?simas monta?as: parecen descender, saltando sobre las rocas, casucas alegres con sus huertecitos llenos de flores, ? ver pasar ? la peque?a ciudad que se asienta en la arena de la playa, entre edificios de apariencia americana, con sus ventanillas con persianas verdes, sus enverjados y sus chimeneas en alto, agitando sus plumeros de humo.
Caminaba al lado de Joaquin Alcalde, haci?ndole part?cipe de mis impresiones: ?ste, con sus ojazos negros, su fisonom?a animada y su m?mica vehemente, acentuaba mi relacion, produci?ndome vivo placer.
Vest?a Joaquin frac gris y pantalon ajustado, bota fuerte y un fieltro tan el?stico y expresivo como la fisonom?a del propietario.
Ibamos al acaso, cuando de un balconcillo peque?o, angosto, desdentado y tr?mulo de barandal, una se?ora frescachona, morena, alegre y de blanqu?sima dentadura, nos di? el alto.
--Aqu?, Sr. D. Guillermo, aqu?, yo soy Fermina, la que asisti? ? vdes. la otra vez; aqu?, en este lugar, vivi? el Sr. Juarez, yo tengo la silla en que estuvo sentado, y no la doy por todo el oro de la tierra.... Pasen vdes.
En dos por tres renovamos conocimientos, procur?se una c?moda instalaci?n en una piececita aseada con sus blancas cortinas de musolina en los catres y c?modas butacas de fresca vaqueta en las puertas.
Mi?ntras yo hacia preguntas ? Fermina y la acompa?aba, tomando posesion de su casa, Alcalde, en el expendio de tabacos, anexo ? la misma casa, se daba ? conocer con el marido de Fermina, portugu?s recalcitrante, recio de carnes, flaco de costillar, con unos nervios como cables y unas venas como tubos de acueducto.
El vapor "Granada" en que nos embarcamos es hermoso, y se distingue entre los palacios flotantes, que con el nombre de vapores, atraviesan las aguas del Pac?fico.
Sobresale del seno de las aguas el casco inmenso del buque, que ap?nas cabria en una de las calles que llamamos cabeceras, teniendo mayor altura.
Dos fajas de balaustrados lo ci?en exteriormente, formando corredores, y la superior que es, dig?moslo as?, la cubierta ? azotea del barco.
En los corredores se ven las puertecitas de los cuartitos ? camarotes.
En el interior, por pisos que comunican r?gias escaleras, est?n el ampl?simo corredor con sus l?mparas, alfombras y muebles riqu?simos, y en el piso superior, cuyo techo es la cubierta, hay un salon espl?ndido con espejos y sofaes riqu?simos, mesas y sillones y un soberbio piano que suele ser solaz y contento de la tripulacion, cuando el dios de las aguas echa una cana al aire.
Sobre la cubierta est? la elegante estancia del capitan, contigua ? un precioso gabinete destinado ? los fumadores.
Sombrea la cubierta tendida lona, bajo la que est?n colocados c?modos asientos de bejuco, ocupados dia y noche por los que se recrean con el espect?culo siempre nuevo y sorprendente del mar.
El "Granada" mide 2,500 toneladas y est? al mando de un excelente marino, que es adem?s cumplido caballero.
Luego que hicimos nuestros arreglos de instalacion, pas? revista ? mis compa?eros de viaje.
Por supuesto no faltaba una literata que iba en pos de impresiones ? la California, ni una buena esposa que corr?a tras del marido escurridizo, ni una v?ctima que iba ? gestionar su divorcio de una especie de tigre feroz que habia marchitado en flor su juventud.
Habia viajeros pac?ficos de distinguida clase y que viajaban en el estricto ?rden constitucional.
En este n?mero se contaba un acreditado doctor home?pata y su linda esposa. Esta se?ora es andaluza, y ? pesar de su circunspeccion y de su estado, derrama la sal de Jesus por todos los cuatro costados.
El servicio del buque se hacia ? nuestra llegada con rigorosa puntualidad, y el capitan, que es un cron?metro de cachucha azul, no permitia se relajase en lo m?s leve la disciplina.
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