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Read Ebook: Cuentos populares en Chile by Laval Ram N A Ram N Arminio

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Ebook has 2579 lines and 95987 words, and 52 pages

CUENTOS POPULARES EN CHILE

POR

RAMON A. LAVAL

Socio fundador de la Sociedad de Folklore Chileno y de la Sociedad Chilena de Historia y Geograf?a, Miembro Correspondiente de la Real Academia de la Historia, Membre de la Soci?t? des Traditions Populaires et de la Soci?t? des Am?ricanistes de Paris, Socio correspondiente da Sociedade de Geographia de Rio de Janeiro.

SANTIAGO DE CHILE IMPRENTA CERVANTES MONEDA, 1170 1923

I PARTE

Cuentos maravillosos, Cuentos de animales, An?cdotas.

Cuentos populares en Chile, recogidos de la tradici?n oral

El Soldadillo se estaba aburriendo en su casa y se le puso en la cabeza salir a rodar tierras, por ser hombre y por saber.

Sali?, pues, un d?a, llevando al hombro unas alforjas muy bien provistas y un buen cuchillo asegurado a la cintura.

Despu?s de haber andado unas cuantas horas, en un camino apartado se encontr? con un hermoso joven, elegantemente vestido. El Soldadillo, que era hombre bien hablado, se sac? su gorra y saludando con todo respeto, pregunt?:

--?A d?nde va, mi se?or? Si lo puedo servir en algo, estoy a sus ?rdenes.

El Pr?ncipe, porque el joven era hijo de Rey, le contest?:

--Si quieres acompa?arme, te dar? buen sueldo; el sirviente que tra?a se me perdi? en el camino, y necesito de una persona que me ayude; pero ?sa ha de ser muy valiente, porque nos hemos de ver quiz?s en qu? peligros.

--Su merc?, respondi? el Soldadillo, tal vez haya o?do hablar de su servidor, porque yo he peleado en todas las batallas que ha dado Su Sacarreal Majestad el Rey su padre, y siempre me port? con valor y nunca volv? la espalda al enemigo. Juan me llamo, se?or, y por sobrenombre me dicen el Sorda?llo.

--?Con que t? eres, hombre, el mentado Soldadillo! No he podido encontrar mejor compa?ero; he andado con suerte; desde luego te tomo a mi servicio.

Siguieron andando los dos, m?s que como patr?n y sirviente, conversando como amigos. El Pr?ncipe le cont? c?mo se hab?a enamorado, por un retrato que hab?a visto, de la m?s linda princesa del mundo, a quien andaba buscando: estaba encantada y nadie sab?a en donde se hallaba.

El Soldadillo le prometi? ayudarlo en todo y no dejarlo mientras no dieran con la princesa, y hasta dejarse matar por ?l, aunque--le dijo--todav?a no ha nacido quien se atreva a tocarme un pelo.

Siguieron andando y andando, y hac?a ya muchos d?as que iban por el mismo camino, cuando encontraron a un hombre que se ejercitaba en dar saltos muy grandes. El Soldadillo le pregunt?:

--?C?mo te llam?is, ho?

--Yo me llamo--contest? el hombre--Salt?n, Salt?n, hijo del buen Saltaor.

--?Y en qu? te ocup?is, h??

--En saltar, pus, ?or; y pueo dar saltos de m?s de dos cuairas, pus, ?or.

--Este hombre nos conviene--le dijo el Pr?ncipe al Soldadillo;--preg?ntale si quiere entrar a mi servicio.

Entonces el Soldadillo le dijo al hombre:

--?Por qu? no te ven?s con nosotros?

--Si me dan buena paga, me voy con ustedes.

Y Salt?n, Salt?n, hijo del buen Saltaor, se fu? con ellos.

Siguieron andando y andando, y m?s adelante toparon con un hombre que se llevaba tranqueando de arriba para abajo, a grandes pasos, y que no descansaba ni un momento.

--?C?mo te llam?is, ho?--le pregunt? el Soldadillo; y el otro le contest?:

--Yo me llamo And?n, And?n, hijo del buen Andaor.

--?Y en qu? trabaj?is, vos?

--En andar, pus, ?or; ese es mi oficio; porque yo soy lo mesmito que el Jud?o Errante, que me canso cuando me siento; y aem?s soy muy forz?o, y me los pueo echar a toos ustees al hombro y llevarlos aonde ustees me igan; porque han de saber que soy nieto de Cargu?n, Carg?n, hijo del buen Cargaor, y que hei sacao las juerzas de mi ag?elo.

--Este hombre nos conviene--le dijo el Pr?ncipe al Soldadillo;--contr?talo a ver si quiere servirme.

Entonces el Soldadillo le dijo al hombre:

--?Por qu? no te ven?s con nosotros? Te daremos buena paga.

--M?tale, pus, ?or--contest? And?n, And?n, hijo del buen Andaor; y para probarles que era cierto lo que les hab?a dicho acerca de las fuerzas que ten?a, agarr? a los tres compa?eros en sus brazos y sigui? cargado con ellos, como si tal cosa.

Bien les vino a los pobres, porque estaban muy cansados.

As? anduvieron por tres d?as, hasta que encontraron a un hombre sentado en la tierra, que con una mano rodeaba una de sus orejas, como para escuchar mejor. El Soldadillo le dijo:

--?Qu? hace ah?, mi amigo? ?se puede saber?

--Como n?--le contest? el hombre:--estoy oyendo a una ni?a que est? encerrada siete estados bajo tierra llorando sin consuelo y quej?ndose de que la tienen encantada. En este momento, dice: ?Qu? ser? del Rey, mi padre? ?C?mo llorar? mi madre! ?Cu?ndo vendr? el pr?ncipe que ha de libertarme!

El Pr?ncipe no dud? que la princesa encerrada era la que ?l buscaba, e inmediatamente pregunt? al hombre:

--?C?mo te llamas t??

--Yo me llamo, se?or--le contest?--Oid?n, Oid?n, hijo del buen Oidor.

--Vente conmigo y te pagar? bien--le dijo el Pr?ncipe.

--Eso quisiera yo--le dijo Oid?n--porque estoy sin empleo.

Y Oid?n, Oid?n, hijo del buen Oidor, pas? a ocupar su lugar al apa de And?n, And?n, hijo del buen Andaor.

Siguiendo las indicaciones de Oid?n, que a cada rato hac?a que And?n se parara, para escuchar mejor, se meti? And?n con su carga por un bosque muy tupido, llegando una noche, al cabo de siete d?as de marcha, frente a un castillo. Dieron seis vueltas alrededor de ?l, sin encontrar puerta alguna; s?lo ve?an una fila de ventanas, todas alumbradas, pero muy altas y defendidas por gruesos barrotes de fierro. A la s?ptima vuelta vieron una puerta toda de fierro, hecha de una sola pieza y con un gran llamador. Golpearon y nadie contest?; golpearon dos veces m?s y tampoco nadie sali?. Entonces el Soldadillo dijo:

--Que se queden todos aqu?; a m? me agarra en peso Salt?n, Salt?n, hijo del buen Saltaor, y de un salto nos ponemos dentro del castillo.

As? lo hicieron; pero todav?a no pon?an un pie en tierra, cuando oyeron cerca de ellos una voz de trueno que dec?a:

--?Carne humana huele aqu?! Carne humana huele aqu?!

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