Read Ebook: La América Tomo I by Lastarria Jos Victorino
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Ebook has 611 lines and 64516 words, and 13 pages
NOTAS DEL TRANSCRIPTOR
El criterio utilizado para llevar a cabo esta transcripci?n ha sido el de respetar las reglas de la Real Academia Espa?ola vigentes cuando la presente edici?n de esta obra fue publicada. El lector interesado puede consultar el Mapa de Diccionarios Acad?micos de la Real Academia Espa?ola.
En la presente transcripci?n se adecu? la ortograf?a de las may?sculas acentuadas a las reglas indicadas por la RAE, que establecen que el acento ortogr?fico debe utilizarse, incluso si la vocal acentuada est? en may?sculas.
La cubierta del libro fue agregada por el transcriptor y ha sido a?adida al dominio p?blico.
El ?ndice ha sido reposicionado al principio de la obra.
Se han corregido errores evidentes de puntuaci?n y otros errores tipogr?ficos y de ortograf?a.
PUBLICACIONES:
I Biblioteca Andr?s Bello .
II Biblioteca Ayacucho .
V Biblioteca de obras varias.
Imprenta de Juan Pueyo, Luna, 29, tel?f. 14-30.--Madrid.
LA AM?RICA
BIBLIOTECA DE CIENCIAS POL?TICAS Y SOCIALES
Obras de los m?s ilustres prosistas americanos.
SE HAN PUBLICADO:
DE VENTA EN TODAS LAS LIBRER?AS DE ESPA?A Y AM?RICA
BIBLIOTECA DE CIENCIAS POL?TICAS Y SOCIALES
ENVIADO EXTRAORDINARIO Y MINISTRO PLENIPOTENCIARIO DE CHILE EN LAS REP?BLICAS DEL PLATA Y EN BRASIL, ETC.
EDITORIAL AM?RICA MADRID
CONCESIONARIA EXCLUSIVA PARA LA VENTA: SOCIEDAD ESPA?OLA DE LIBRER?A
FERRAZ, 25
ADVERTENCIA
LOS EDITORES.
?NDICE
ADVERTENCIA 5
PRIMERA PARTE AM?RICA Y EUROPA
PRIMERA PARTE AM?RICA Y EUROPA
La Am?rica y la Europa, aunque en general est?n pobladas de distinta gente, de condiciones sociales profundamente diversas, tienen, sin embargo, tradiciones, sentimientos y costumbres procedentes de un mismo origen, y sobre todo se encaminan ? un mismo fin social. Ambos continentes est?n al frente de la civilizaci?n moderna, y ambos son enteramente solidarios en la empresa de propagar esa civilizaci?n y de realizarla hasta sus ?ltimos resultados.
La Am?rica conoce ? la Europa, la estudia sin cesar, la sigue paso ? paso y la imita como ? su modelo; pero la Europa no conoce ? la Am?rica, y antes bien la desde?a y aparta de ella su vista, como de un hijo perdido del cual ya no hay esperanzas. Un solo inter?s europeo, el inter?s industrial, es el que presta atenci?n ? la Am?rica, el que se toma la pensi?n de recoger algunos datos estad?sticos sobre las producciones y los consumos del Nuevo Mundo, sobre los puertos, las plazas comerciales y los centros de poblaci?n de donde pueda sacar m?s provecho.
Pero los agentes de aquel inter?s, es decir, los mercaderes de Birmingham, de Manchester y Glasgow, de Hamburgo, del Havre y de Burdeos, de C?diz y de G?nova, llegan ? la Am?rica creyendo que arriban ? un pa?s salvaje, y aunque pronto se persuaden de que hay ac? pueblos civilizados, no consienten jam?s en creer que los americanos se hallan ? la altura de los europeos, y los suponen colocados en un grado inferior. El inter?s industrial domina desde entonces completamente la vida del europeo en Am?rica, y por larga que sea aqu? su mansi?n, jam?s llega ? comprender los intereses sociales y pol?ticos del pueblo en donde hace su negocio, y siempre est? dispuesto ? servir s?lo ? su negocio, poni?ndose de parte del que le da seguridad para sus ganancias, aunque sea ? costa de los m?s sagrados intereses del pueblo que le compra ? que le vende. He ah? el ?nico lazo que hay entre la Europa y la Am?rica ibera. He ah? el ?nico inter?s que los gobiernos europeos amparan y protegen, el ?nico que su diplomacia y sus ca?ones han servido hasta ahora, el ?nico que los inspira en sus relaciones con los gobiernos de la Am?rica que ellos llaman b?rbaros y salvajes.
De vez en cuando las prensas europeas lanzan ? la circulaci?n un art?culo ? un libro sobre alguno de los Estados ibero-americanos; pero generalmente, aunque esas producciones sean el resultado de un viaje ? la Am?rica ? un estudio pagado por un gobierno americano, ellas est?n escritas bajo las inspiraciones de un mal esp?ritu, ? con tanta superficialidad, que sus datos son enga?osos, si no falsos y contradictorios.
No hay m?s que abrir un libro de viajes en Am?rica, sobre todo si es escrito en franc?s, para encontrar harto de que reir, por lo maravilloso y lo grotesco; y basta leer una relaci?n escrita por orden y bajo la protecci?n de un gobierno, como las que frecuentemente se publican sobre el Brasil y la Rep?blica Argentina, para ver desfigurada la verdad, en gracia del prop?sito de convencer ? la Europa de que es bueno lo que no es, ? de que puede hallar un gran negocio que hacer en estas regiones.
Mas, bien poco deben leerse esos escritos en Europa, cuando la ignorancia de sus gobiernos, de sus congresos, de sus estadistas y de sus escritores acerca de la Am?rica, brota y rebosa en todas las ocasiones en que tienen que ocuparse en nuestros negocios y en nuestra situaci?n. No tenemos necesidad de recorrer la historia ni de acumular hechos para probarlo: bastan los presentes.
Germanas y no latinas son las monarqu?as europeas del principio latino ? pagano del absolutismo, y tambi?n los pueblos que est?n de rodillas delante de ellas, arrastrando una vida prestada en medio de las tinieblas de la ignorancia, en que la dignidad y los derechos del individuo han desaparecido.
"? Europa no llega jam?s el eco de las nobles palabras que se pronuncian, la imagen de las bellas figuras que se levantan, ni la revelaci?n clara de los hechos buenos y fecundos que se producen en Colombia . ?No! ?Lo que llega es el eco estruendoso y confuso de nuestras tempestades pol?ticas, la fotograf?a de nuestros dictadores de cuartel ? de sacrist?a, las proclamas sanguinarias ? rid?culas de nuestros caudillos de insurrecciones ? reacciones igualmente desleales! Y como Europa no nos conoce sino en virtud de esos datos, ella ha llegado ? concebir una opini?n respecto del mundo colombiano que, sin exageraci?n, se puede traducir con esta frase: 'Colombia es el esc?ndalo permanente de la civilizaci?n, organizado en quince rep?blicas m?s ? menos desorganizadas'.
"?Extra?as aberraciones en que suelen incurrir las sociedades civilizadas en su manera de estudiar, apreciar y juzgar ? las que les son inferiores! Europa ha tenido gran cuidado de enviar al Nuevo Mundo muchos hombres de alta capacidad, encargados de estudiar la naturaleza f?sica de nuestro continente: Humboldt y Bompland , Boussignault y Roulin, D'Orbigny y cien m?s, han hecho en ese vasto campo estudios y revelaciones de la m?s alta importancia.
"El mundo europeo conoce poco m?s ? menos las cordilleras colosales, los formidables r?os, las pampas y los p?ramos, los nevados y volcanes, los golfos y puertos, la flora y la fauna, la geolog?a y meteorolog?a del mundo colombiano. Si en sus pormenores curiosos la naturaleza americana ha sido apenas superficialmente explorada, al menos su conjunto y sus formas generales y caracter?sticas no son ya un misterio para las gentes ilustradas de Europa.
"Poco m?s ? menos, sucede otro tanto en lo econ?mico. Los comerciantes de Londres y Liverpool, de Hamburgo y Amsterdam, del Havre y Marsella, de G?nova y Trieste, de Barcelona y C?diz saben que pueden obtener plata y cochinilla en M?jico, a?il y caf? en Centro-Am?rica, oro, tabaco, maderas de tinte en Nueva Granada, caf? y cacao en Venezuela, sombreros de paja y cacao en Guayaquil, guano y plata en el Per?, cobre en Chile, quina y plata en Bolivia, cueros en Buenos Aires y Montevideo, etc.
"Y esos mismos comerciantes de Europa saben tambi?n ? cu?les de nuestros mercados pueden enviar sus telas de algod?n y lana, de lino y seda, sus vinos y otros l?quidos, sus metales y art?culos de quincaller?a y mil otros productos de las manufacturas europeas.
"?Qu? m?s? ?Sabe Europa alguna otra cosa del continente, del mundo de Col?n? No, ?para qu?? ?Le importa saber algo m?s? Parece que no, si juzgamos por los hechos. Las sociedades europeas saben que tenemos volcanes, terremotos, indios salvajes, caimanes, r?os inmensos, estupendas monta?as, mosquitos, calor y fiebres en las costas y los valles h?medos, boas y mil clases de serpientes, negros y mestizos y una insurrecci?n ? reacci?n ma?ana y tarde. Saben tambi?n que producimos oro y plata, quinas y tabaco y mil otros art?culos de comercio.
"Eso es todo. Pero, ?conocen acaso nuestra historia colonial, la ?ndole de nuestras revoluciones, los tipos de nuestras razas y castas, la estructura de nuestras instituciones, el genio de nuestras costumbres, las influencias que nos rodean, las condiciones del trato internacional que se nos da, las tendencias que nos animan y el car?cter de nuestra literatura, nuestro periodismo y nuestras relaciones ?ntimas? No, nada de eso.
"?El mundo europeo ha puesto m?s inter?s en estudiar nuestros volcanes que nuestras sociedades, conoce mejor nuestros insectos que nuestra literatura, m?s los caimanes de nuestros r?os que los actos de nuestros hombres de Estado, y tiene mucha mayor erudici?n respecto del corte de las quinas y el modo de salar los cueros de Buenos Aires que respecto de la vitalidad de nuestra democracia infantil!
"Otros no le han tenido miedo ? la democracia hispano colombiana, sino que la han desconocido de tal modo, que la han despreciado, desde?ando creer en su vitalidad irrevocable, l?gica, fatal como una necesidad para el equilibrio de la civilizaci?n y del mundo pol?tico y econ?mico; democracia fecunda, d?gase aqu? lo que se quiera, que no podr? desaparecer sino con la ruina total de las sociedades colombianas.
"Los que han desde?ado nuestra democracia han sido cortos de vista, pero l?gicos. Al ver que la revoluci?n de 1810 fu? un movimiento s?bito, inexplicable y sin causas en apariencia, y al considerar la esterilidad de las revoluciones democr?ticas en Europa , han cre?do que en Colombia todo era transitorio y subalterno, que all? s?lo se trataba de un cambio de decoraciones: presidentes en lugar de virreyes, congresos en vez de audiencias, la dictadura de muchos en reemplazo de la dictadura ?nica del monarca de Espa?a.
"Ese error capital en la manera de apreciar la transformaci?n de Colombia ha hecho ? los europeos hostiles respecto de nuestras sociedades. Y esa hostilidad no ha consistido s?lo en suscitarnos conflictos y embarazos, y en infligirnos humillaciones numerosas por cuestiones rid?culas. Han hecho algo peor que eso: nos han desde?ado, prescindiendo del deber de estudiarnos, despreciando nuestros propios esfuerzos por hacernos conocer, y perdiendo un tiempo precioso para la civilizaci?n".
NOTAS:
?Para qu? enumerar en comprobaci?n de estas verdades los numerosos hechos que est?n en la memoria de todos los americanos, y que s?lo olvidan los que creen que la Europa har?a una excepci?n ? su ignorancia y ? sus preocupaciones anti-americanas en favor de los que se le manifestaran sumisos!
Esa ignorancia y esas preocupaciones jam?s se han manifestado m?s arrogantes y m?s invasoras que en la ?poca presente, ahora en los momentos de la gigantesca lucha que acaba de terminar en los Estados Unidos del Norte. Dejemos ? un testigo presencial trazar el cuadro de la actitud de los europeos en aquella situaci?n. J. Debrin escrib?a desde Nueva York en agosto de 1863 lo siguiente:
"La propaganda europea ha encontrado tantos y tan serviles criados, dispuestos ? desfigurar la verdad en el continente americano con respecto ? la gran revoluci?n de los Estados Unidos de Am?rica, y tal ha sido el constante empe?o de esos asalariados de los monarcas y del clero de Europa en difundir apreciaciones err?neas, y relaciones impudentemente mentirosas, sobre la marcha pol?tica y social y sobre los acontecimientos de la guerra de este pa?s, que en verdad se necesita mucho celo y mucho talento, por parte de un corresponsal que quiere ser veraz, imparcial y concienzudo, para merecer cr?dito de los mal informados pueblos de la Am?rica del Sur.
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