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Read Ebook: La América Tomo I by Lastarria Jos Victorino

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Ebook has 611 lines and 64516 words, and 13 pages

"La propaganda europea ha encontrado tantos y tan serviles criados, dispuestos ? desfigurar la verdad en el continente americano con respecto ? la gran revoluci?n de los Estados Unidos de Am?rica, y tal ha sido el constante empe?o de esos asalariados de los monarcas y del clero de Europa en difundir apreciaciones err?neas, y relaciones impudentemente mentirosas, sobre la marcha pol?tica y social y sobre los acontecimientos de la guerra de este pa?s, que en verdad se necesita mucho celo y mucho talento, por parte de un corresponsal que quiere ser veraz, imparcial y concienzudo, para merecer cr?dito de los mal informados pueblos de la Am?rica del Sur.

"Europa--? cuando menos las potencias occidentales europeas, Inglaterra, Francia y Espa?a, de mancom?n con el obscurantismo teocr?tico del clero archipapista--, en una palabra, la Europa retr?grada, la Europa aristocr?tica y mon?rquica, la Europa esencialmente antiliberal, ha comprendido desde hace muchos a?os que contra la perpetuaci?n de su predominio se hab?a levantado en el continente de Am?rica un poderoso enemigo.

"El republicanismo americano ha sido durante muchos a?os la perenne pesadilla de los reyes, de los magnates oligarcas, y de la frailesca hueste esclava de la ambiciosa, hip?crita, desp?tica, anticivilizadora, absurda ? imposible corte romana.

"Pero el republicanismo americano s?lo era temible ? los ojos de la Europa retr?grada, en cuanto pod?a presentarse grande, glorioso, fuerte, y por lo mismo, seductor.

"Por el contrario, el republicanismo de los pueblos de este continente que se mantuviesen d?biles, poco populosos, tard?os en el progreso material, vacilantes en su marcha pol?tica, trabajados por discordias intestinas amenazados en su prosperidad por ambiciones personales, con preocupaciones sembradas en las masas por un clero ignorante y ?vido de riqueza y predominio, con un mero simulacro de marina mercante, sin sombra siquiera de marina de guerra, con insignificantes relaciones comerciales, sin caminos de hierro, sin navegaci?n fluvial, sin tel?grafos y casi sin medios de rec?proca comunicaci?n, ese republicanismo poco asustaba ? la gran facci?n antiliberal europea.

"Esa revoluci?n di? por primeros frutos la independencia y la libertad de gran parte de la Am?rica Septentrional--la emancipaci?n del pueblo franc?s en 1797--, la difusi?n de las ideas liberales, as? en el continente europeo como en todo el americano--el desprestigio de la rid?cula teor?a del derecho pol?tico divino--la civilizaci?n propagada por la revoluci?n francesa--y finalmente la independencia y libertad de los m?s de los pueblos de la Am?rica del Sur y de todos los de la Am?rica Central.

"Merced ? aquella gloriosa revoluci?n, la democracia y la Rep?blica echaron hondas ra?ces en el suelo americano.

"Erigi?se triunfante, bella, colosal, la Rep?blica de los Estados Unidos de Am?rica; y muy pronto desde R?o Grande hasta el San Lorenzo floreci? una naci?n independiente, pujante, vigorosa y cada d?a, cada hora creciente, en la cual el gobierno popular, libre, antimon?rquico, antiteocr?tico, dem?crata-republicano, present? un admirable y seductor ejemplo de la prosperidad que pueden prometerse los pueblos que saben sacudir la opresi?n de los reyes, la dominaci?n teocr?tica y el roedor despotismo olig?rquico.

"Los Estados Unidos de Am?rica vinieron ? ser el modelo de las rep?blicas. Adolec?an todav?a de defectos debidos ? la conservaci?n de antiguos vicios, imposibles de desarraigar en un d?a ni en un a?o. La revoluci?n no se hab?a consumado; pero su fruto, la Rep?blica hija de la revoluci?n, llevaba en s? el germen de su propio desarrollo y la savia que, tarde ? temprano, hab?a de operar naturalmente su mejoramiento y completar de suyo y por infalible necesidad su perfecci?n.

"No pudo faltar un Washington para su principio y fundamento. No hab?a de faltar, un d?a ? otro, un Lincoln, para su consolidaci?n y completo remate.

"Washington llev? ? cabo su tarea de creaci?n. Lincoln llevar? ? cabo la suya de perfecci?n. Ambas requer?an patriotismo, esp?ritu de libertad y hombr?a de bien ? toda prueba. La Providencia, que hab?a decretado el establecimiento y la perfecci?n del gobierno libre republicano en el suelo privilegiado de Am?rica, se hubo de crear los instrumentos para aquella obra revolucionaria: Jorge Washington--Jorge el Bueno--fu? encargado de echar sus cimientos. Abraham Lincoln--Abraham el Honesto--tiene la gloriosa misi?n de completar la c?spide del gran monumento de la libertad moderna.

"En este monumento ha tenido fija la vista, por espacio de m?s de medio siglo, la Europa retr?grada.

"La pujanza y el engrandecimiento de la Rep?blica democr?tica de los Estados Unidos han sido un ment?s continuo ? los asertos con que los monarcas de derecho divino pretend?an presentar como imposible en la pr?ctica el gobierno de los pueblos.

"La constante man?a de la Europa retr?grada ha sido, durante cincuenta a?os, la destrucci?n de la Rep?blica de los Estados Unidos de Am?rica.

"Por esto no ha cesado un punto de calumniar. Por esto ha tratado por todos los medios posibles--sin desechar los m?s bajos y deshonrosos--de desvirtuar su prestigio. Por esto su principal mira ha sido la de presentar odioso ? los pueblos de la Am?rica del Sur y de la Am?rica Central el gobierno de los Estados Unidos.

"Por esto ha patrocinado y pagado en este pa?s varios peri?dicos y un enjambre de mercenarios corresponsales, cuya misi?n exclusiva ha sido la de desfigurar la verdad, y la de inventar hechos y an?cdotas, cuya lectura pudiese hacer concebir ? los pueblos de las dem?s rep?blicas de este Continente la idea de que el pueblo de los Estados Unidos era un pueblo de salvajes, sin virtudes c?vicas, sin maneras sociales, sin conciencia moral, sin base alguna de vida estable, ni de prolongada existencia posible como naci?n.

"Temerosos los gobiernos de la Europa mon?rquica occidental de que la grandeza de los Estados Unidos pudiese alentar ? las dem?s rep?blicas americanas en su prop?sito de no dejarse subyugar otra vez por sus antiguos colonizadores, y, por otra parte, ?vidos de restablecer en todas ellas su antiguo y ominoso coloniaje, han tratado de erigir una valla entre la gran Rep?blica, ya pr?spera y potente, y las dem?s que, comparativamente hablando, son a?n d?biles, ?, por lo menos, no han tenido bastantes a?os de existencia para robustecerse y desafiar con sus solas fuerzas la ambici?n del filibusterismo brit?nico, franc?s y espa?ol.

"Fen?meno digno de observaci?n es el que han presentado en el ?ltimo medio siglo aquellas tres potencias, ambicionando un mismo objeto, cada una para su propio provecho, con exclusi?n de las dem?s, y, sin embargo, de perfecto acuerdo en el empleo de los medios que para su objeto adoptaban.

"Inglaterra, Francia y Espa?a han estado deseando sin cesar la reconquista de la Am?rica Central y Meridional. Ninguna de ellas la quer?a sino para s?. Todas ellas hab?an de ver con disgusto las conquistas que las otras hiciesen en este continente. Pero, con la esperanza de coger para s? el fruto cuando estuviese maduro, todas han trabajado de mancom?n para madurarlo.

"As? es como los intereses pol?ticos de aquellas tres naciones se han convertido en inter?s com?n, cuando se ha querido facilitar el robo de los pueblos americanos.

"El inter?s teocr?tico ha agregado ? la maquinaci?n de aquellas tres coronas el auxiliar poderos?simo del papismo y de la retr?grada ambici?n clerical.

"En los antagonismos pol?ticos entre Inglaterra, Francia y Espa?a se ha hecho notar la misma desaparici?n fenomenal cuando se ha tratado de lanzar de com?n acuerdo un anatema contra los Estados Unidos.

"Espa?a aborrece de muerte ? Inglaterra. Inglaterra mira con el m?s altanero menosprecio ? Espa?a. La escarnece desde Gibraltar. La insidia desde Portugal. La envidia en Cuba. La mortifica en su trata africana. Las dos naciones se abominan rec?procamente.

"Y casi en todos los dem?s ?ngulos del mundo hay alg?n punto en que Francia ? Inglaterra se odian como rivales.

"Ni pueden perdonar ? Espa?a su antigua gloria en el continente americano, por lo cual vieran ambas con disgusto que en ?l volviese ? sentar la planta la que una vez fu? de ?l arrojada con merecida ignominia.

"Las tres codician colonias en Am?rica; pero las codician para s?. No las quieren para sus dos rivales.

"Se detestan en la Europa Occidental; pero no se odian menos cordialmente en la Am?rica del Mediod?a.

"? m?s de los aqu? citados, tienen cien y cien otros motivos de inveterado y esencial antagonismo. Sin embargo, aunque su pol?tica trasatl?ntica se propone un objeto final tan distinto para cada una de ellas, admirable es la armon?a que ha reinado entre las tres durante veincinco ? treinta a?os, cuando se ha tratado de calumniar ? los Estados Unidos ante los pueblos de las otras rep?blicas de Am?rica.

"Este medio ha sido enga?ar ? los pueblos meridionales de este continente, haci?ndoles creer que la Rep?blica de los Estados Unidos ten?a infaliblemente que desmoronarse y reducirse ? la impotencia; que su gobierno era una utop?a imposible, y que su pueblo era un pueblo v?ndalo, sin ley y sin Dios, desprovisto de toda civilizaci?n, inmoral, ateo, salvaje, ominoso, aborrecible.

"Asombra la perseverancia con que, durante una larga serie de a?os, esa propaganda antiamericana ha persistido en su obra de imprudente falsedad.

"Los ingleses y los espa?oles echaron pronto de ver que s?lo trabajaban para el clero y para Napole?n. Retir?ronse, no por justicia ni por verg?enza, sino por miedo y por conveniencia, y Napole?n y el clero, apelando ? la m?s ignominiosa farsa que jam?s la hipocres?a y el latrocinio hayan presentado en su historia antigua ? moderna, han quitado ? M?jico su nacionalidad, han degollado all? la Rep?blica y han convertido aquel pa?s libre, soberano ? independiente en una colonia de Francia.

"En Guatemala las intrigas del filibusterismo europeo est?n trabajando para hacer de toda la Am?rica Central, mediante la est?lida ambici?n del ignorant?simo y fatuo Carrera, una colonia europea.

"?Hasta cu?ndo se obstinar?n en cerrar los ojos ? la luz de los hechos los pueblos libres de la Am?rica meridional!"...

NOTAS:

La ?nica que se ha presentado es la del clero de Chile, que sabiendo que en Espa?a se contaba con su opini?n, suponi?ndolo monarquista, aprovech? la ocasi?n de la ocupaci?n de las Chinchas para hacer alta profesi?n de su amor ? la Rep?blica y de su americanismo.

Lo extra?o es oir ? Palmerston, el liberal por excelencia, el ministro que tiene por principio adelantarse ? las reformas, y oir ? Russell y dem?s estadistas ingleses cuando tratan de justificar su adhesi?n ? las pretensiones filibusteras de la Francia en M?jico, ? cuando tratan de sostener ? ca?onazos una reclamaci?n injusta en Am?rica, como la de Whitehead en Chile; y leer su prensa cuando trata de juzgar ? las rep?blicas americanas. Lo extra?o, en fin, es ver la prensa liberal espa?ola cuando toma ? su cargo las cuestiones americanas, sosteniendo que la Espa?a no puede ser potencia de primer orden en Europa, ni ponerse al nivel de la Gran Breta?a y de la Francia en Am?rica si no se hace respetar con sus ca?ones, si no intimida ? las rep?blicas del Per? y Chile, que han necesitado ser calumniadas para ser acusadas de dar ? los espa?oles un trato que, si bien lo merec?an, no se les ha dado jam?s.

Los liberales franceses nos calumnian porque no nos estudian ni comprenden, ?, m?s que todo, porque ellos mismos no tienen ideas exactas del sistema liberal, preocupados como est?n por los principios mon?rquicos que han profesado ? que pretenden asociar con la libertad.

M?s tarde demostraremos este hecho, cuya enunciaci?n parecer? temeraria ? los que se imaginan que los sabios franceses ven claro en materia de libertad.

Los liberales ingleses, sin embargo de que son los ?nicos que comprenden que la libertad no es otra cosa que el uso de los derechos individuales que les asegura la Magna Carta, no conciben que ?stos puedan coexistir sino con la monarqu?a aristocr?tica que se los ha concedido, y que aman por tradici?n y por costumbre, con la pasi?n que el poder del h?bito inspira ? los ingleses, y nos calumnian porque esas ideas los preocupan contra la Rep?blica, y porque en sus relaciones con la Am?rica no quieren admitir otro inter?s que el de sus factor?as y el de sus mercaderes, y aspiran ? que todo se sacrifique ? semejante inter?s.

Los liberales espa?oles nos insultan porque no alcanzan ? comprender, en su estrechez de miras y en su preocupado esp?ritu, que para ponerse al nivel de la Inglaterra y de la Francia necesita la Espa?a en Am?rica importar y exportar tantas mercader?as como ellas, y no olvidar la historia de ayer para venir ? hacerse amar ? ca?onazos, cuando no consigui? hacerse temer con todos los horrores de su despotismo y los de la guerra. Por lo mismo que la Espa?a tiene pocos intereses comerciales en Am?rica, nos conoce menos, con ser como somos sus hijos, no sus hijos perdidos, sino hijos que hacemos honor ? la familia.

Y es tal la ignorancia, y son tales las preocupaciones con que all? se consideran las cosas de Am?rica, que se cree que hemos perdido social y moralmente con la independencia hasta el grado de haber degenerado y de haber ca?do en la miseria y aun en la imbecilidad.

Basta de hechos que prueban la ignorancia de la Europa sobre la Am?rica espa?ola. Los americanos los conocen y no hay entre ellos quien no refiera alguna an?cdota aut?ntica de las infinitas que han ocurrido ? los hijos de este Continente en la civilizada Europa, cuyas gentes se han quedado estupefactas al hallar un americano que no era salvaje, que no vest?a plumas ? que no era rojo ? cetrino, como los ind?genas de la conquista.

Lo peor es que aun cuando los europeos estudien ? la Am?rica, est?n condenados por sus preocupaciones ? no juzgarla bien. ?Qu? saben ellos de gobierno republicano, ni de libertad, ni de derechos, para comprender nuestra situaci?n?

Los europeos no pueden ni quieren comprender lo que pasa en Am?rica; no pueden, porque est?n connaturalizados con los principios fundamentales de la monarqu?a latina , que han llegado en ellos ? ser un sentimiento que los preocupa y los apasiona, cualquiera que sea la elevaci?n de su inteligencia y la nobleza de sus aspiraciones; y no quieren, porque est?n habituados tambi?n ? despreciar ? la Am?rica y no alcanzan ? concebir que ella tenga algo que ense?arles en moral, en ciencias sociales.

De la Am?rica inglesa han imitado el sistema penitenciario, ? imitan diariamente su industria poderosa, llevando ? sus talleres las m?quinas de guerra ? las industriales, y hasta las prensas de imprenta de los norte-americanos; pero no pueden convencerse de que esa Rep?blica admirable pueda servirles de modelo para su aprendizaje social y pol?tico.

Los m?s encopetados sabios del Viejo Mundo tienen una clave, que ha llegado ? ser popular, para explicarse la existencia y los progresos de la Rep?blica en Norte-Am?rica, y es la de suponer que son las condiciones territoriales y las de su poblaci?n la que obran tal prodigio.

?Qu? escritor, qu? estadista, qu? panfletero, qu? diarista, qu? politiquero, qu? mercader, qu? industrial de Europa no est? imbuido en tal error? Lord Macaulay, el gran historiador ingl?s, que con sus elevados talentos y su alto criterio no s?lo gan? fama, sino que conquist? un t?tulo de nobleza, escrib?a ? Mr. Rand, de Estados Unidos, juzgando las instituciones democr?ticas bajo el imperio de aquel paralogismo.

"Desde mucho tiempo atr?s--le dec?a--he tenido el convencimiento de que las instituciones democr?ticas, tarde ? temprano, deben destruir la libertad, ? ? la sociedad, ? ? ambas ? un tiempo. En Europa, donde la poblaci?n es densa, el efecto de tales instituciones ser?a casi instant?neo.

"Lo que sucedi? en la Francia poco ha es un ejemplo. Pueden pensar ustedes que su pa?s est? exento de estos males. Yo francamente le confesar? que soy de una opini?n enteramente diferente. La suerte de ustedes la creo infalible, aunque diferida por una causa f?sica.

"Mientras que posean ustedes una ilimitada extensi?n de terreno f?rtil y desocupado, sin poblaci?n proletaria, ser?n m?s ventajosamente acomodados que la misma clase de personas en el viejo mundo; y mientras esto suceda la pol?tica de Jefferson podr? existir sin ocasionar ninguna calamidad funesta. Pero vendr? el tiempo en que la nueva Inglaterra est? tan poblada como la vieja. El jornal del trabajador ser? tan reducido y fluctuar? tanto entre ustedes como entre nosotros.

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