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Words: 5076 in 1 pages

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En esta edici?n se han mantenido las convenciones ortogr?ficas del original, incluyendo las variadas normas de acentuaci?n presentes en el texto.

MAJOS DE C?DIZ

ARMANDO PALACIO VALD?S

MADRID

TIPOGRAF?A DE LOS HIJOS DE M. G. HERN?NDEZ

Libertad, 16 duplicado.

ES PROPIEDAD

PR?LOGO

Observaciones acerca de la composici?n en la novela.

Al observar mi naturaleza en contradicci?n tan radical con el esp?ritu de la ?poca me asalta el temor de padecer una aberraci?n mental: hay momentos en que me figuro ser uno de esos infelices degenerados incapaces de que tan bien pintan los modernos fil?sofos de la escuela positiva, y me estremezco y me abato, y me propongo en t?rmino no lejano someterme ? un tratamiento terap?utico adecuado. Es posible que con las duchas, la nuez de Kola y el vino ferruginoso, los dramas noruegos me parezcan tan interesantes como los de Shakspeare, Calder?n ? Schiller, los m?sticos rusos tan profundos como Plat?n y Spinoza, las novelas de la escuela naturalista tan bellas como las de Longo, Cervantes y Goethe, los cuadros de los decadentistas franceses mejores que los de Rubens y Vel?zquez. Pero mientras llega la hora feliz de regenerarme hasta donde sea posible, pido permiso para exponer algunas observaciones cr?ticas acerca del arte de escribir novelas. Voy ? aventurar ciertas hip?tesis que constituyen el fondo mismo de mi inspiraci?n, lo que hasta ahora me ha sostenido y consolado en la ya larga labor que he llevado ? t?rmino. Absurdas ? verdaderas, yo las amo. S?lo pido al lector que antes de condenarlas al desprecio las medite un instante.

Las explicaciones que los historiadores del arte suelen dar ? este hecho sorprendente nunca me han satisfecho. La aparici?n del arte como una consecuencia natural del engrandecimiento material de los pa?ses, como la flor de la civilizaci?n, que es la teor?a hoy predominante, no hace m?s que agregar un hecho ? otro hecho sin explicar ninguno de los dos. Supongamos cierto que el arte se produce necesariamente cuando los pa?ses alcanzan cierto grado de prosperidad, cuando el hombre, despu?s de haber allanado los obst?culos que la naturaleza le opon?a para su subsistencia, queda desahogado y puede gozar en calma de la vida. Pero la dificultad queda en pie. ?Por qu? en ciertas ?pocas de prosperidad nacen muchos y grandes artistas, y en otras de tanta ? mayor opulencia no nace ninguno? Nadie puede dudar que en la actualidad existen en el mundo pa?ses ricos y pr?speros donde la civilizaci?n ha subido ? una altura desconocida en la historia, donde la vida es f?cil, segura, c?moda. Francia, Inglaterra, Alemania, Austria, B?lgica, Holanda y los Estados Unidos de Am?rica son testimonios innegables de esta afirmaci?n. Adem?s, en ninguna ?poca conocida de la historia los artistas han podido trabajar con m?s seguridad ni han encontrado un p?blico tan numeroso ni tan sol?cito para recompensarlos. Comp?rese lo que hoy gana cualquier pintor, por poco que se distinga, con lo que obten?an por sus obras Vel?zquez ? Rembrandt. Comp?rese la consideraci?n y el respeto de que hoy gozan los artistas, hasta el punto de formar una aristocracia tan elevada y orgullosa como la de la sangre, con la protecci?n desde?osa que los pr?ceres de otros siglos les dispensaban y el humillante jornal que algunos reyes sol?an otorgarles. ?Qu? momento m?s favorable puede ofrecerse para que la flor de la poes?a abra sus p?talos ? la luz y ostente sus colores m?s brillantes? Gloria, dinero, seguridad, todo lo posee hoy el artista que sepa distinguirse. ?Y, sin embargo, nuestros pintores y escultores no pueden compararse ? los de otras ?pocas! La m?sica, que es el arte m?s moderno, se encuentra hace a?os ya en absoluta decadencia; la literatura, como luego demostrar?, igualmente.

Existen, dicen los fil?sofos naturalistas, razones fisiol?gicas que explican y determinan este fen?meno, como todos los dem?s de la vida. No lo dudo. El hombre se halla enteramente sometido ? las fuerzas que obran en el seno de la naturaleza, las cuales, ? par que engendran, limitan el desarrollo de los individuos y las razas. Pero la acci?n de tales fuerzas es tan misteriosa, se ejerce por caminos tan oscuros para nosotros, que s?lo vagamente podemos atribuirles cuanto sucede en el mundo. Nuestro esp?ritu exige motivos m?s cercanos. Voy, pues, humildemente ? proponer una explicaci?n racional del problema, con la esperanza de que, si no satisface al lector, por lo menos le ayudar? ? pensarlo y resolverlo por s? mismo.


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