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Words: 20657 in 5 pages
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: Novelas de Voltaire — Tomo Primero by Voltaire - French fiction Translations into Spanish; Voltaire 1694-1778 Translations into Spanish
Novelas de Voltaire Tomo Primero
Contents:
Como Anda el Mundo, Vision de Babuco Memnon, o La Cordura Humana Micromegas, Historia Filosofica Historia de un Buen Brama, Los Dos Consolados
COMO ANDA EL MUNDO, VISION DE BABUCO,
ESCRITA POR ?L PROPIO.
Entre los genios que ? los imperios del mundo presiden, ocupa Ituriel uno de los primeros puestos, y tiene ? su cargo el departamento de la alta Asia. Bax? una ma?ana ? la mansion del Escita Babuco, ? orillas del Ox?, y le dixo as?: Babuco, los Persas han incurrido en nuestro enojo por sus excesos y sus desvar?os, y ayer se celebr? una junta de genios de la alta Asia para decidir si habian de castigar ? destruir ? Persepolis. Vete ? este pueblo, exam?nalo todo; me dar?s cuenta, y por tu informe determinar? si he de castigar ? exterminar la ciudad. Yo, se?or, respondi? humildemente Babuco, ni he estado nunca en Persia, ni conozco en todo aquel imperio ? ninguno. Mas vale as?, dixo el ?ngel, que no ser?s parcial. Del cielo recibiste sagacidad, y yo a?ado el don de inspirar confianza: ve, mira, escucha, observa, y nada temas, que en todas partes ser?s bien visto.
Mont? pues Babuco en su camello, y se march? con sus sirvientes. Al cabo de algunas jornadas, encontr? en los valles de Senaar el ex?rcito persa que iba ? pelear con el ex?rcito indio; y dirigi?ndose ? un soldado que hall? en un parage remoto, le pregunt? qual era el motivo de la guerra. Por los Dioses celestiales, que no lo s?, dixo el soldado, ni me importa; mi oficio es matar ? que me maten para ganar mi vida: servir aqu? ? all?, es para m? todo uno; y aun puede ser que me pase ma?ana al campo de los Indios, que dicen que dan ? los soldados cerca de media-dracma de cobre al dia mas que en este maldito servicio de Persia. Si quereis saber porque pelean, hablad con mi capitan. Babuco, despues de haber hecho un regalejo al soldado, entr? en el campo, y habiendo hecho conocimiento con el capitan le pregunt? el motivo de la guerra. ?C?mo quereis que lo sepa yo? ?y qu? me importa, sea el que quiera? Yo resido ? doscientas leguas de distancia de Persepolis; me dicen que se ha declarado la guerra, y al punto dexo mi familia, y, como es costumbre, voy ? buscar fortuna ? la muerte, porque no tengo otra cosa que hacer. ?Y vuestros camaradas, dixo Babuco, no estan tampoco mas instruidos que vos? No, dixo el oficial: solamente nuestros principales s?trapas son los que ? punto fixo saben porque nos degollamos.
At?nito Babuco se introduxo con los generales, y se insinu? en su familiaridad. Al fin le dixo uno de ellos: La causa de la guerra que asuela veinte a?os ha el Asia, procede en su or?gen de una contienda de un eunuco de una de las mugeres del gran rey de Persia, con un oficinista del gran rey de las Indias. Trat?base de un derecho que producia con corta diferencia un tri?simo de darico; y como tanto el primer ministro de Indias como el nuestio sustent?ron con dignidad los derechos de su amo respectivo, se inflam?ron los ?nimos, y sali?ron ? campa?a de cada parte un millon de soldados. Cada a?o es necesario reclutar estos ex?rcitos con quatrocientos mil hombres. Crecen las muertes, los incendios, las ruinas y las talas; padece el universo, y sigue la enemiga. Nuestro ministro y el de Indias protestan con mucha freq?encia que no les mueve otra cosa que la felicidad del linage humano; y ? cada protesta se destruye alguna ciudad, ? se asuelan algunas provincias.
Habi?ndose al otro dia esparcido la voz de que se iba ? firmar la paz, dieron el general indio y el persa ? toda priesa la batalla, que fue sangrienta. Vi? Babuco todos los yerros y todas las abominaciones que se cometi?ron, y fu? testigo de las maquinaciones de los principales s?trapas, que hici?ron quanto estuvo en su mano para que la perdiera su general: vi? oficiales muertos por su propia tropa; vi? soldados que acababan de matar ? sus moribundos camaradas, por quitarles algunos andrajos ensangrentados, rotos y cubiertos de inmundicia; entr? en los hospitales adonde llevaban ? los heridos, que perec?an casi todos por la inhumana negligencia de los mismos que pagaba ? peso de oro el rey de Persia para que los socorriesen. ?Son hombres estos, exclamaba Babuco, ? son fieras? Ha, bien veo que ha de ser destruida Persepolis.
Preocupado con esta idea pas? al campo de los Indios, donde, conforme ? lo que se le habia pronosticado, le recibi?ron con tanto agasajo como en el de los Persas, y donde presenci? los mismos excesos que le habian llenado de horror. Ha, ha, dixo para s?, si quiere el ?ngel Ituriel exterminar ? los Persas, tambi?n tiene que exterminar ? los Indios el ?ngel de las Indias. Habi?ndose informado luego mas menudamente de quanto en ambos ex?rcitos habia sucedido, supo acciones magn?nimas, generosas y humanas, que le pasm?ron y le embeles?ron. Inexplicables mortales, exclam?, ?c?mo pod?is juntar con tanta torpeza tanta elevacion, y tantas virtudes con tantos delitos?
Declar?se en breve la paz, y los caudillos de ambos ex?rcitos, que por solo su interes habian hecho verter la sangre de tantos semejantes suyos, se fu?ron ? solicitar el premio ? su corte respectiva, puesto que ninguno habia ganado la victoria. Celebr?se la paz en escritos p?blicos que anunciaban el reyno de la virtud y de la felicidad en la tierra. Loado sea Dios, dixo Babuco; Persepolis va ? ser la mansion de la mas acendrada inocencia, y no ser? destruida, como querian aquellos malditos genios: vamos sin mas tardanza ? ver esta capital del Asia.
Lleg? ? esta inmensa ciudad por la antigua entrada, aun sumida en la barbarie, y que inspiraba asco por su rudo desali?o. Sent?ase toda esta porcion del pueblo del tiempo en que se habia edificado; que hemos de confesar, sea qual fuere el empe?o de ex?ltar lo antiguo ? costa de lo moderno, que en todas cosas las primeras pruebas siempre son toscas.
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